Los textos bíblicos no son sólo para leer, escuchar y meditar. Ellos fueron inspirados por el Espíritu Santo, es decir, en la oración, deben ser meditados, de la misma manera que los dos discípulos de Emaús, han escuchado las palabras de Jesús después de su resurrección, y han comprendido todo: «He aquí… dos de ellos fueron en su camino a una aldea llamada Emaús, conversando de todo lo que había sucedido…. Jesús en persona se acerca… y les dice: «¿Que discursos han estado haciendo en el camino entre ustedes mismos?». Se detuvieron, y con la cara triste… y Él les dijo: “Necios y lentos de corazón para creer en la palabra de los profetas!” Y comenzando por Moisés…. les explicó todas las escrituras que se referían a Él «(Lc 24, 13-27).
La experiencia de los dos discípulos nos sugiere cómo encontrar Cristo hoy: debemos buscarlo entre nosotros, en nuestro propio camino, pero no podemos reconocerlo si, como ellos, vivimos nuestros días con la cara triste, y si el Señor no envía su espíritu para abrir la mente y el corazón a la comprensión de las escrituras.
«¿Qué buscaban?«, son las primeras palabras de Jesús a quienes serán sus discípulos. Y ellos dijeron: «Rabí (que significa maestro), donde vives?» Y Él les dice: «Vengan a ver«. (Jn 1, 38 s). Hoy el señor nos dirige las mismas palabras a nosotros que queremos resolver nuestros problemas existenciales que anhelamos resolver nuestros numerosos problemas de nuestra vida e iluminar nuestras dudas: «¿Qué buscan? … Vengan y vean«. «Con la Biblia en una mano y el periódico en la otra” decía el teólogo suizo Karl Barth para afirmar que la palabra de Dios y la vida cotidiana se iluminan mutuamente. No se puede entender una sin la luz del otro.
Es por eso, que estas meditaciones familiares que se encuentran en esta colección, se encuentran, de vez en cuando, referencias a nuestra vida personal y familiar. Son el fruto de una ósmosis entre el Evangelio y la vida, que con el tiempo, tienden a llevarse a cabo. A nuestros lectores de estas páginas, les sugerimos que tomen nota y busquen también en las experiencias personales lo que se refiere s la propia vida, que ciertamente existen y representan las huellas de nuestro Señor en en nuestro camino.
Los pasajes de las escrituras elegidos día a día, son tomados de la liturgia de la palabra de acuerdo con el rito romano. Podemos garantizar que la práctica de «El Evangelio en el desayuno», con el pasar de los años, modelarán nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, palabras y acciones de la familia, acercándose más a Él, que es el origen y el fin de nuestras vidas.