ESFL020

Tiempo de Adviento – 19 de diciembre

Los ángeles y los niños

En tiempos de Herodes ….  había un sacerdote llamado Zacarías …. Su mujer, llamada Isabe …. Ambos eran justos a los ojos de Dios …. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada. Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios ….Entonces se le apareció el Angel del Señor …. Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. Pero el Angel le dijo: «No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan …. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre …. Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías …. preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto». Pero Zacarías dijo al Angel: «¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada». El Angel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia. …. Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo ….Ella pensaba: «Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres». Lc 1,5-25


Hoy dejamos a los sacerdotes, durante la misa, explicar este pasaje del Evangelio. Nosotros, en nuestra Iglesia doméstica de nuestra familia, hacemos nuestra propia reflexión. Durante algunos años vivimos en un período maravilloso de los nacimientos de los hijos y nietos. Después de Juan Andrés y Francisca llegó Claudia; de Ana Rita y Eugenio llegaron Carlota y Paolo; de Juan Mario y Francisca llegó Luisa; de Maria Leticia y Juan Lucas llegaron Clara y Matías; de  María Francisca y David llegó Eduardo; de Marcos y Valentina llegó Pedro Luis, que se añadieron a Isabel, María Serena, Gabriel, Sara, Paula, Alicia y María Leticia, nacidos antes, y María Leticia espera su tercer hijo. Cada niño que nace es una bendición del Señor para la familia, es una señal de que Dios tiene confianza en nosotros. Nosotros nos hacemos más viejos (abuelos) con toda tranquilidad. No hay palabras para expresar esta maravilla de la vida. En la historia de la salvación, cuando Dios quiere dar un nuevo impulso al progreso de la humanidad, siempre mandan a los ángeles como mensajeros y con los ángeles vienen los niños. De Abraham y Sara nació Isaac, de Anna nació Samuel, de Zacarías e Isabel nació Juan, de María y José, nació Jesús: ya estaban predestinados de manera excepcional, cuando sus padres ya ancianos o, como en el caso de María inclusive intervino el Espíritu Santo, para que el signo se viera claro en estos nacimientos se llevara a cabo con la intervención directa de Dios. Cada niño que nace, sin embargo, es un signo del amor de Dios para los hombres, donde quiera y como quiera que se realice. Es un signo de que el Señor quiere renovar el mundo, porque con un niño que nace Dios tiene un nuevo plan para la humanidad. Ante el asombro de todos los nacimientos, sentimos sólo el deseo de orar.

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