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I semana de Adviento – Jueves

La verdadera conversión 

No son los que me dicen: «Señor, Señor», los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena». Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande». No son los que me dicen: «Señor, Señor», los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Mt 7,21.24-27

En la parábola del sembrador Jesús nos exhorta a recibir su palabra como un terreno bueno, para así producir mucho fruto. Y resistir a las tribulaciones y a las persecuciones- Hoy el evangelio nos habla de dos modos diferentes de recibir su palabra: como dos casas, una construida sobre la arena y la otra sobre una roca. Cuando llovió, crecieron los ríos y soplaron los vientos, la primera se cae y la segunda permanece en pie. Con imágenes diversas, este texto nos llama a una verdadera conversión, fundada en la vida de cada día, en nuestras relaciones familiares y sociales y en nuestra vida profesional. No una conversión emocional, como el que dice “Señor, Señor” y eso es todo, sino más bien rica de opciones de vida y de compromiso auténtico. Les narro aquí dos hechos.

En 1980 cuando frecuentábamos los encuentros de oración de la Renovación Carismática, que la Hermana Francisca organizaba en el Cenáculo de Lentate, comenzó a participar el Hermano Héctor, misionero camiliano. Vino tres o cuatro veces, y después se desapareció. Algunos pensaron que se había cansado o que la espiritualidad de la Renovación Carismática, toda encentrada en la Alabanza, no fuera para él. No fue así: él había sido impresionado por una palabra, y él había iniciado una estupenda obra de evangelización y de asistencia a los vagabundos de Milán.

En 1986, Don Pigi Perini, párroco de la parroquia de San Eustorgio, en Milán, participó por algún tiempo la Renovación Carismática; después el Señor lo llamó a renovar su parroquia y él sefue. En pocos años lanzó, primero en su parroquia, después en Italia y en Europa, una estupenda obra de evangelización por medio de los grupos de oración. Estas son opciones concretas, no sólo de oración.  

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