ESFL347

XXXIII semana del Tiempo Ordinario – Miércoles

Dónde traficar los talentos

[Jesús] dijo: «Un hombre de familia noble fue a un país lejano…Llamó a diez de sus servidores y les entró cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: «Háganlas producir hasta que yo vuelva».. .. hizo llamar a los servidores …El primero se presentó y le dijo: «Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más». «Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades». Llegó el segundo y el dijo: «Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más». A él también le dijo: «Tú estarás al frente de cinco ciudades». Llegó el otro y le dijo: «Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo. Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente … El le respondió: «…Si sabías que soy un hombre exigente … ¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses» Y dijo a los que estaban allí: «Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más».  Lc 19,12-24

Hace algunos días, guiados por el evangelio de Mateo, hemos reflexionado sobre los talentos recibidos: ahora debemos ver cuál es el modo de traficar con ellos. Hay tres modos de traficar con los talentos, cualquiera que sea nuestro proyecto de vida: la familia, la naturaleza y la sociedad. Los primeros dos los encontramos en el Antiguo Testamento, el tercero lo encontramos a cada página del evangelio. El ámbito de la familia lo encontramos a inicio del Génesis:  «Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer. Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense» (Gn 1,27-28). Estos son los versículos de la Biblia que dan al hombre y a la mujer el mandato de procrear hijos, de constituir una familia, ayudándoles a crecer en el cuerpo y en espíritu, hasta que no crecerán para que ellos también comiencen a cumplir con este mandato. Sui alguno de los hijos es llamado al sacerdocio y alguna hija a la vida religiosa, la familia se convierte en una comunidad, la procreación asume aspectos educativos y espirituales, pero el mandato permanece. El segundo ámbito se encuentra al principio del Génesis: «El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara»(Gn 2,15). Cultivar y cuidar la creación, que el Seño ha puesto en nuestras manos, quiere decir continuar el acto creativo en el ámbito natural. En estoy versículos se basa el respeto y el cuidado de la creación y todo discurso ecológico en una óptica cristiana. Del tercer ámbito, constituido por el hombre y la sociedad, se habla en todo el evangelio, pero el mejor versículo lo encontramos en Mateo, inmediatamente después de la parábola de los talentos:  «tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver»(Mt 25,35-36). E ancora «cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40). Cualquier otra palabra resultaría superflua.

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