ESFL283

XXIV semana del Tiempo Ordinario – Jueves

La curación interior 

Un fariseo invitó a Jesús a comer con él ….Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad …. se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo …. pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!» Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». «Di, Maestro!, respondió él. «Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos amará más?». Simón contestó: «Pienso que aquel a quien perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado bien» …. Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados».  Los invitados pensaron: «¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?». Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».Lc 7,36-50

“Tu fe te ha salvado, vete en paz” es la conclusión del texto del evangelio de hoy y de todos los milagros que Jesús hizo durante los tres años de su vida pública. Para É la salvación es una curación global: del cuerpo, del corazón, de la mente y del espíritu de una persona. En muchos casos de los milagros de Jesús, todas esta curaciones, como en la curación del ciego de nacimiento se realizan contemporáneamente; otras veces, como es el caso dela prostituta de hoy, falta porque no es necesaria la curación del cuerpo. Podemos decir que la curación del espíritu, de la mente y del corazón puede subsistir con las demás, aunque la primera no exista. Se trata en tal caso de la curación interior, que es hoy la más difundida porque la curación de la mente es la más común. En la curación de la prostituta parece que todo lo haga la mujer y que Jesús apruebe lo que la mujer ha ya hecho, es decir, arrepentirse. Efectivamente  la mujer hace mucho, pero no todo, ya que la curación la recibe cuando Él le dice: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”. Cuando Jesús pronuncia esta frase, se realizan la “salvación” y la “paz” del corazón y de la mente, porque es una orden, como en la resurrección de Lázaro: “¡Lázaro, sal a fuera!”  Es una gracia de Dios tener, como la mujer del evangelio de hoy, la conciencia de su propio pecado. Cuando el sacerdote dice: “Yo te absuelvo de tus pecados, va en paz” en ese momento Jesús nos cura. Danos, Señor, la humildad y la fe de acercarnos con frecuencia al sacramento de la confesión.

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