ESFL246

XIX semana del Tiempo Ordinario – Miércoles

 

El decálogo de la vida comunitaria

 

Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o republicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos». Mt 18,15-20

 

Cuando se constituye una asociación  o una sociedad, se escribe un estatuto el cual, junto con los objetivos que hay que realizar, se establece las reglas de comportamiento de las personas llamadas a colaborar. Es lo que hizo San Mateo cuando escribió el capítulo 18 de su evangelio. Él, pensando en una comunidad de su tiempo, ha unido las enseñanzas de Jesús que definen las reglas de la convivencia cristiana. Estas constituyen las reglas o el decálogo para que una familia, o una comunidad, puedan durar, crecer y ser un testimonio de vida, sobre todo en el mundo de hoy. La primera reglas de las que habla el evangelio de hoy es “la corrección fraternas”: la voluntad, frente a los errores inevitable, de ayudarse recíprocamente a reconocerlos y superarlos. Ya Jesús había definido quién era el más grande en la comunidad: “El que se hace pequeño como este niño, es el más grande en el reino de los cielos” (Mt 18,4). En el evangelio ser el más grande no quiere decir ser el jefe, más bien ser el primero en el servicio y en la hospitalidad. “El que recibirá un solo niño como éste en mi nombre, a Mí me recibe” (Mt 18,5). Jesús condena, después, los escándalos que disturban y bloquean el camino de la comunidad y la destruyen (Mt 18,6-8). El escándalo no es sólo el mal comportamiento contra la moral común: son también la habladuría, tan de moda en nuestros tiempos, y el perseguir su propio interés contra los intereses de los hermanos. Sigue luego la parábola de la oveja perdida (Mt 18,12-14): Si una persona en una familia o en una comunidad, se pierde, hay que tatar de encontrarla. Jesús exhorta luego a “perdonar”, que es la regla de oro de toda convivencia (Mt 18,22-22), como deberían mostrar aquellos matrimonios que ha sabido superar sus crisis gracias a la capacidad de perdonar. El texto de hoy, finalmente, se concluye con una exhortación a orar juntos, ya que la oración comunitaria es escuchada por el Señor. Son muy animantes esta palabra que alimentan en el hermano el deseo de presentar todos juntos al Señor sus peticiones.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *