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6 de agosto – La Transfiguración del Señor

El proyecto y el servicio

Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente. Un río de fuego brotaba y corría delante de él. Miles de millares lo servían, y centenares de miles estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él. Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido. Dn 7,9-10.13-14

Hoy celebramos la fiesta de la Transfiguración del Señor en el monte Tabor, un evento que ya hemos meditado hace tiempo en él  en más de alguna ocasión. Reflexionemos entonces en la primera lectura tomada del libro de Daniel. Es un párrafo escrito en estilo apocalíptico, que estaba de moda en los últimos siglos antes de la era cristiana, por medio del cual el profeta observa lo que sucederá en el adviento del Mesías, cuando las fuerzas del mal desaparecerán. Por lo que toca a nosotros, la lectura de hoy nos presenta a Dios como un anciano en el momento en que, al final de nuestra vida, abrirá los libros donde está escrito todo lo  que hemos hecho y pensado durante nuestro. Son los libros de a bordo de nuestra nave, que un día ha salido de un puerto para llegar a otro,  en los que está anotado lo que sucedido durante la navegación. El que compila el libro de abordo es el Señor, el jefe de la nave que, en la lectura de hoy, quien aparece y es presentado como “un Hijo de hombre”. Este inciso será el que Jesús de Nazaret  aplicará a sí mismo para evitar de presentarse como Hijo de Dios en el ambiente de la Palestina,, ciertamente no preparada para recibirlo como tal.

Regresando a nuestra navegación en el tiempo, una nave no es construida por casualidad, sino que tiene una finalidad de servicio que todo hombre, que viene a este mundo, y un proyecto que realizar. No es difícil, entonces, imaginar lo que está escribiendo el Señor en el diario de abordo: anota cómo estamos llevando a cabo el proyecto, como está siendo realizado, sobre todo si estamos rebelándonos para tomar el mando de la nave o si estamos haciendo otros proyectos diferentes de los suyos. Creo que hoy sea el día más indicado para preguntarnos, cual es el proyecto que debemos realizar y el oficio que se nos ha dado. En esta fase de la vida, yo pienso haber individualizado claramente el mío, pero tengo que pedirle perdón al Señor porque no pocas veces en el pasado he tratado de tomar el mando de la nave para seguir las rutas y realizar otros proyectos diferentes de los suyos. Eran bellos, pero eran míos.

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