XV semana del Tiempo Ordinario – Domingo
El testimonio en pareja
Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: «Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos». Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo. Mc 6,7-13
El texto del Evangelio de hoy nos pone delante la escena de la partida de los apóstoles en su primera misión. Del contenido de la predicación nos habla en pocos rasgos: “Entonces fueron a predicar exhortando a la conversión”. El evangelista insiste sobre todo en el modo de ir del misionero: en pareja, pobreza, gratuidad, con pocas cosas, entre las cuales se lleva el bastón. La pobreza es esencial, porque el signo exterior de la fe en el Señor y de su providencia: no es creible, quien yendo a predicar, muestre riquezas y demuestre de tener necesidad de muchas cosas. Otra cosa importante es la gratuidad. Hace algunos días fuimos s dar nuestro testimonio en la parroquia de Santa Catarina, en Florencia, misma que frecuentábamos cuando éramos novios. Al final don Luciano nos dio un sobre con dinero para el viaje, pero creímos que era mejor no aceptarla, porque el evangelio dice: “Lo que han recibido gratuitamente denlo también gratuitamente” (Mt. 10,8). Nuestras cuentas las ha puesto Él. En el texto del evangelio de hoy parece que la única cosa importante se el bastón. En tiempo de Jesús era una ayuda en el camino cuando el misionero iba a pie, pero ahora ¿qué cosa puede simbolizar el bastón”. Simboliza ciertamente la oración sobre la cual el misionero se apoya en el camino. Sin embargo lo que ahora se debe hacer es ir en pareja. Cuando dos cónyuges van a hablar del Señor, el hecho solo de ir los dos juntos es ya un testimonio. Estando juntos se da testimonio del amor, el compartir los bienes, la alegría de la unión entre los dos. Un sacerdote puede ir solo, pero sería mejor compartir el camino con otro sacerdote o con un laico. Un cónyuge que va solo pierde mucho la eficacia de su testimonio, a menos que pueda explicar la ausencia del otro, haciéndolo sentir espiritualmente.