X semana del Tiempo Ordinario – Jueves
La vida en el reino de los cielos
Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: “No matarás”, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego. Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.Mt 5,20-25
El reino de los cielos es una monarquía espiritual sin fronteras: se entra en él sin pasaporte,basta sólo respetar los artículos de la Constitución. El primero pide de reconocer a Jesús de Nazaret como Señor y Rey, el segundo establece que la relación entre los ciudadanos – que se llaman hermanos en el Reino – se rige sobre la base del amor y el tercero decreta que las controversias se resuelvan con el ejercicio del perdón. Del reino de los cielos, dice el Señor hoy, no forman parte ni los escribas ni los fariseos, porque no aceptan los principios de la Constitución. En esta monarquía no existen ni el egoísmo ni la propiedad privada, existe el dar y el compartir: “ porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber” y no hay personas sin techo o personas sin casa: “ estaba de paso, y me alojaron “ no hay soledad: “ enfermo, y me visitaron “ no hay exclusión, “ preso, y me vinieron a ver “ (Mt 25,31-39). En el reino de los cielos no sólo no existe delito, sino que, según lo recomendado por el Evangelio de hoy, nadie está enojado con ninguno, y nadie dice a su hermano loco o estúpido, porque es contrario al amor y al perdón. Y puesto que cada uno se siente amado y perdonado, no sólo no existen los crímenes:sino que ni existen tampoco los suicidios. En el reino de los cielos se habla un lenguaje en el que las palabras inadecuadas, como estúpido o loco, ni siquiera existen en el vocabulario. Aquí también, no hay ni ricos ni pobres, porque todo el mundo considera un privilegio el poder poner a disposición de los demás todo lo que tiene y lo que es. Aquí, por último, hay una casa común, el templo, donde cada día la gente viene a rezar,a alabar al Señor y a recibir la Eucaristía, que da la fuerza y la gracia de vivir ya desde hoy y en esta tierra, la realidad de la comunión de los santos.