ESFL184

X semana del Tiempo Ordinario – Miércoles

Orar es libertad 

No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.Mt 5,17-19

Al meditar, hace unos meses, este pasaje del Evangelio, afirmamos que el cumplimiento traído por Jesús a la ley judía y a la revelación de los profetas, es decir, a todo el Antiguo Testamento, era la libertad. Cuando, en el pasado,fungía la profesión de director de proyectos en ejercicio, el presidente me decía: “Castaldi, hay que llevar a cabo este proyecto: el presupuesto que tiene disponible es equis, ¡haga un buen trabajo!.” A partir de ese momento, yo era libre de dar al proyecto  mi marca personal y hacer lo que quería, pero el proyecto que tenía que realizar era ese y no otro.No me era permitido gastar el dinero del presupuesto en un proyecto diferente. La libertad que nos ha traído Jesucristo es la misma que tenía yo como director de proyectos: Aquel que un día encendió en nosotros la chispa de la vida, trayéndonos al mundo, nos dio también talentos con que traficar y un proyecto para realizar . Si lo hacemos, participamos en perfecta armonía con el acto creador de Dios y con el plan universal de salvación, y logramos nuestra felicidad como un buen profesional que se desempeña bien en los negocios. De lo contrario creamos una gran confusión, alteramos el plan de Dios y vivimos nuestras vidas como enajenados, como personas que no han comprendido la razón de su existencia. El resultado final es sólo la infelicidad. El que forma parte de la gran sinfonía del plan de Dios es un hombre libre, feliz, realizado y no tiene ningún problema, incluso el del pan de cada día, porque el obrero tiene derecho a su salario. La Providencia se convierte para él en un hecho natural, como la salida y la puesta del sol. Realizar el plan de Dios, no significa tomar el camino correcto de una vez por todas, sino hacer su voluntad en cada momento, en cada elección y en cada decisión. Esto sólo es posible si vivimos en un clima de oración, como vivió Jesús para realizar plenamente la voluntad del Padre. Él no sólo nos trajo la libertad, sino que también nos enseñó a vivirla a través de la oración. Como un río que fluye sereno en su lecho, permaneciendo en comunión con el Señor, somos verdaderamente libres: en nuestros pensamientos,en nuestros sentimientos,en nuestras palabras y en nuestras acciones.

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