VII Semana de Pascua – Sábado
En el momento de la diáspora
Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el mismo que durante la Cena se había reclinado sobre Jesús y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?». Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: «Señor, ¿y qué será de este?». Jesús le respondió: «Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué importa? Tú sígueme». Entonces se divulgó entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría, pero Jesús no había dicho a Pedro: «El no morirá», sino: «Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa?». Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero. Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relata detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían. Jn 21,20-25
Pedro tenía un cariño real de Juan, que, entre apóstoles, era el más joven, el bebé de la empresa. En
Evangelios que ellos se reúnan con frecuencia suficiente: había llegado juntos hasta la tumba, después de haber recibido de María Magdalena el anuncio de la resurrección. Jesús había pedido sólo Pedro tres veces: «¿Me amas?» Y había recibido muchas A veces la respuesta «te quiero», después de haber cabeza confirmados de la iglesia, un papel que fue diseñado por Pedro tiempo. Pedro, entonces, que sin duda había asumido su futuro junto con Juan, le preguntó a Jesús: «Señor, ¿y qué será de este». Este es el momento de la separación, porque el Señor tiene dos proyectos en Serbia por su apostólica diferentes. Es una situación que experimentamos cuando nos hemos tenido que separarse de su padre de Tom, el padre Raniero, padre, Fausto, el padre Vittorio, Patrick D., la hermana María Francisca, Oliviero Gulot, Juan Martini, Cecilia Cortez y muchos otros con los que había hecho un largo viaje de fe juntos. Este es el momento de la misión, cada uno tiene que hacer
suyo propio, que ha sido confiado. Sin embargo, cuando se compartido al Señor por mucho tiempo, seguimos hermanos en la fe para siempre. De vez en cuando sucede que nos encontramos, una poco «mayores y con alguna dolencia, pero es como si hubiéramos separado el día anterior. Sin embargo, es sólo una diáspora temporal, porque nuestro destino es sentarse juntos en la comunión de los santos por la eternidad. Cuando nos reunimos es bueno que nos diga lo que el Señor ha hecho nuestras vidas desde la última vez que nos conocimos. Tenemos tantas cosas que nos dicen que tal vez también podríamos afirmar que Juan dice hoy, al final de su Evangelio: «Si se las relata detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían”.