Octava de Pascua – Lunes
Las apariciones de Jesús
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos.De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán». Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido. Estos se reunieron… de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna: «Digan así: «Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos»…. Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.Mt 28,8-15
Ningún evento en la historia de la humanidad ha creado tanta confusión cuanto la tumba dejada vacía por Jesús. Los que niegan la resurrección se enfrentan al problema del sepulcro vacío, hasta el punto que aún hoy, dos mil años después, algunos que han estado buscando su cuerpo, con la esperanza de no encontrarlo vacío. Y esto también sería una forma adecuada para obtener la verdad, si no fueran movidos por el prejuicio de que la resurrección Jesús no pudo haber sucedido. Luego está el modo incorrecto, descrito por Mateo en el Evangelio de hoy, que es comprar a los testigos. A estas, que son las estrategias del mundo para negar el evento de la resurrección, se contraponen las apariciones de Jesús a las mujeres, a los discípulos Emaús, a los apóstoles, y finalmente a Pablo de Tarso.
En contra de los primeros podría ser apoyada la hipótesis de una cierta sugestión, pero la aparición a Pablo Tarso, quien iba a Damasco para arrestar a los primeros Cristianos, es difícil negarla. Las apariciones de Jesús después de la resurrección son fundamentales para la fe de los apóstoles, y en consecuencia, lo son también para la nuestra, así como las apariciones de la Virgen en los lugares donde luego se levantan sus santuarios. Son signos muy valiosos para apoyar la fe de los cristianos, llamados a testimoniar el evangelio, más que para convertir a los no creyentes, con algunas excepciones, como la aparición a Pablo de Tarso. Incluso en la historia de cada persona y de todas las familias que creen, se producen varias señales; algunos tan grandes que son visibles a simple vista, otros deben ser observados bajo el microscopio de la fe, pero, sabiéndolos leer, son siempre muy claros. Y es bueno recordarlos para alimentar nuestra oración, en actitud de gratitud siempre más profunda hacia el Señor.