V Semana de Cuaresma – Miércoles.
La verdad nos hace libres
Jesús dijo …. «Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres». Ellos le respondieron: «Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces: «Ustedes serán libres»»?. Jesús les respondió: «Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado. El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres….. Yo digo lo que he visto junto a mi Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre»….. Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios». Jesús prosiguió: «Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo he salido de Dios y vengo de él. No he venido por mí mismo, sino que él me envió. Jn 8,31-42
El pecado nos hace esclavos; conocer la verdad nos hace libres, y la manera para conocerla es la de aceptar el mensaje del evangelio y hacernos discípulos de Jesús. Este es el anuncio que se nos presenta hoy y sobre el cual debemos meditar. Que el pecado nos haga esclavos está demostrado por el hecho que el pecado se repite siempre y lo es ciertamente por el hecho que el pecador pierde el sentido de su propia dignidad. Basta pensar en lo que dice San Pablo de “las obras de la carne”: “fornicaciones, impurezas, libertinaje, idolatría, superstición, enemistades, peleas, envidia etc. (Gal. 5, 19-21). Y la lista sería mucho más larga: mentiras, avaricia, droga y muchas otras. El autor escondido que hace madurar los frutos de la carne es el demonio. Él, utilizando las situaciones, hechos, cosas, personas que la vida nos pone enfrente, comienza a abrir brecha en aquel pecado, en los cuales nuestra resistencia es más débil. Aquello pecado comienza a repetirse, se comunica a otros, porque es invadida toda la persona, como un ejército enemigo, que habiendo abierto brecha en un punto, ocupa y devasta todo el país. Hoy el Señor nos anuncia que para ser liberados de la esclavitud de estos pecados debemos acoger su Palabra y hacernos sus “discípulos”; así, conoceremos la verdad y ésta nos hará libres. Pero ¿cuál verdad conoceremos poniéndonos en la secuela de Jesús? Es una verdad global, que tiene las características de un camino, en el sentido de que es progresiva. Es una escuela a la que nos inscribimos y en la cual se nos explica la verdad sobre Jesús, sobre nosotros mismos, sobre el mundo y sobre la historia. Es como pasar de la parte posterior de una alfombra que nos muestra un sinfín de hilos entretejidos a la parte anterior donde el diseño es claro y tiene sentido. En la parte anterior de la alfombra se respira un aire de libertad cuyos frutos, como nos dice San Pablo, son el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la benevolencia, bondad, mansedumbre y dominio de sí mismos. En pocas palabras todos los ingredientes para vivir con alegría y trasmitirla a los demás.