ESFL048

I Semana de Cuaresma – Miércoles.

La señal de Jonás

Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: «Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.Lc 11,29-32

Está escrito en el Antiguo testamento que el profeta Jonás, por haberse rehusado a orar por la ciudad de Nínive, fue echado al mar. El Señor dispuso que un pez muy grande se lo comiera y, después de tres días, lo arrojara lo arrojase en la playa. Ese evento, que pertenece a la leyenda más que a la historia, prefigura y profetiza la muerte de Jesús, su permanencia en el sepulcro durante tres días y su resurrección. Es la señal de Jonás, a la cual se refiere el evangelio de hoy. Después de tantos milagros realizados por Jesús en su vida pública, ¿nos sorprende  que, en el texto hodierno, diga Jesús que no dará otros signos de su divinidad sino el de Jonás? ¿Qué ha sucedido? ¿Ha decidido acaso de ya no hacer milagros?

La respuesta inusitada de Jesús está escondida en el deseo de los judíos de ver una señal de Jesús para creer en las señales de su poder, mientras que los milagros nacen del amor y compasión mediante los cuales Él muestra también su poder divino. La señal de su amor es infinitamente más grande de la de su poder, como si hubieran pedido a Miguel Ángel las señales de su habilidad del cincel. Jesús fue siempre contrario a dar señales de su poder, pero nunca se atrevió a rehusar un favor, un milagro a las personas que tenían fe. Así mostraba Él su amor infinito. “¡Sálvate a ti mismo, si eres el Hijo de Dios, y baja de la cruz”! (Mat. 27, 40).  le gritaban cuando estaba muriendo. Si en aquel momento Jesús hubiera descendido de la cruz, se habría manifestado todo su poder, pero nosotros no le hubiéramos creído, como no creemos a ninguno de los poderosos de la tierra. Porque Jesús murió en la cruz entre tormentos atroces, pero perdonando a todos, el centurión romano, que había visto tanto poder humano, él pudo exclamar: “!Deveras este hombre era el Hijo de Dios!” (Mc. 15,39). El testimonio de la cruz fue el testimonio del Maestro y también debe ser el de todo testigo de la resurrección. No es creíble el que anuncia el evangelio y se va; nosotros creemos en quien está dispuesto a morir por el evangelio. Este fue el anuncio de San Daniel Comboni a los africanos: “Yo hago causa común con ustedes, y el momento más hermoso para mí será cuando pueda dar mi vida por ustedes”. Y así fue. . Hoy en día África tiene muchos problemas, comenzando con el de la pobreza, pero estamos seguros de que los resolverá todos, porque hubo un hombre que ofreció su vida por África. El Señor no se deja ganar en generosidad por ninguno.   

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