ESFL158

VI semana de Tiempo Ordinario – Lunes

La señal del cielo

Entonces llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con él; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Jesús, suspirando profundamente, dijo: «¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo». Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla. Mc 8,11-13

Estos fariseos que piden a Jesús, «un signo del cielo» para llegar a entender quién es Él realmente, ponen al descubierto su incapacidad para comprender los signos de los tiempos, así como también no los entendieron ni siquiera los mismos discípulos , que no se dieron cuenta del significado de la multiplicación de los panes. Jesús se niega a dar una señal, porque la señal tiene sentido sólo si anticipa la realidad de la que es signo, pero cuando la realidad está ya está presente, el signo carece de sentido. Sería como dar las previsiones del tiempo del día de hoy. Desgraciadamente, el hecho de tener constantemente necesidad de  signos  para creer sigue siendo aún hoy un problema actual. El hombre es un animal inteligente y, como tal,  busca la razón de todo lo que sucede. Con esta actitud, en sí misma correcta, se  corre el riesgo de cometer el error de los fariseos: ellos tienen  su propia idea de Dios y piden señales que confirmen lo que ellos ya tienen en sus mentes, y no porque estén abiertos al encuentro con el Señor. Jesús de Nazaret no es un signo, sino una realidad que contradice lo que piensan los fariseos, e incluso lo que a menudo pensamos nosotros mismos. El Señor no acepta que nuestra fe se base en los «signos de poder», sino que continuamente nos invita a comprender que su señoría está en la señal de la cruz, que es la señal de la máxima debilidad: es su capacidad  de hacerse pan todos los días en la eucaristía. Es una convicción que al principio nadie tiene, pero que se adquiere poco a poco a lo largo de los años. En los primeros momentos, cuando el conocimiento del Señor es pobre, tenemos necesidad de señales muy claras para reconocerLo en los eventos del día. Con el pasar del tiempo, sin embargo, adquirimos la sensibilidad de los rastreadores, que logran encontrar una pista aún con signos casi imperceptibles. Durante su experiencia comunitaria con Jesús, los discípulos no reconocieron su señoría, ni siquiera ante la señal de la multiplicación de los panes.Después de Pentecostés, sin embargo, lo reconocieron hasta en el  panecito que cada día encontraban sobre la mesa.   

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