IV semana de Tiempo Ordinario – Domingo
Educar a los jóvenes en la castidad
Yo quiero que ustedes vivan sin inquietudes. El que no tiene mujer se preocupa de las cosas del Señor, buscando cómo agradar al Señor. En cambio, el que tienen mujer se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su mujer, y así su corazón está dividido. También la mujer soltera, lo mismo que la virgen, se preocupa de las cosas del Señor, tratando de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. La mujer casada, en cambio, se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su marido. Les he dicho estas cosas para el bien de ustedes, no para ponerles un obstáculo, sino para que ustedes hagan lo que es más conveniente y se entreguen totalmente al Señor. 1Co 7,32-35
En el pasaje de hoy Pablo nos habla de la virginidad, como una forma de vida para ser completamente del Señor, en el alma y en el cuerpo. Aunque si hoy, una parte del clero se opone firmemente, con su opinión y de hecho, a esta opción que la Iglesia sigue manteniendo para los consagrados, entramos en esta controversia sólo para decir que los mejores sacerdotes que hemos conocido se mantuvieron siempre alejados de estas cuestiones. Queremos, sin embargo, agregar algunas palabras sobre la virginidad como una fase de maduración y de preparación para el matrimonio. Es un argumento que interesa a los jóvenes
Hace unos días, mientras viajaba en tren desde Milán a Saronno, una adolescente sentada en frente mío, hablando al celular con una amiga le confiaba: «Sabes, yo ya no estoy más con Alberto, porque no había entre nosotros un acuerdo físico: he cambiado historia, ahora estoy con Enrique, el que el año pasado estuvo con Carla”. ¡O tempora, o mores! – ¡Qué tiempos, qué costumbres! – gritaban los romanos cuando se encontraban con situaciones tan desconcertantes como ésta. Por supuesto que no tenemos que volver a los tiempos cuando los novios llegaban al matrimonio sin la necesaria intimidad entre ellos,que les permitiera de conocerse en los sentimientos, en las ideas e incluso en el plano físico. Pero hoy la situación se ha invertido completamente: la palabra compromiso ha desaparecido, se habla sólo de historias vividas «more uxorio” (o sea ya como “convivencia matrimonial” sin estar aún casados) que se suceden unas a otras, y la virginidad ya no se considera más un valor precioso para ofrecer a un amor que dura toda la vida.La posición de la Iglesia, y la nuestra, es que el don recíproco de dos enamorados sólo es admisible cuando puedan asumirse toda la responsabilidad del hecho consumado, incluida la aceptación de un nacimiento. Esto es lo que sucedió a nuestro hijo Marcos, que ahora vive en Palermo:se asumió sus responsabilidades y ahora tiene una linda familia con un hermoso bebé. Como recuerdo del abuelo lo llamó Pierluigi, pero como él es brasileño, lo llama Giginho: ¡y estamos seguros que jugará muy bien al fútbol!
Hay que ayudar a los jóvenes a manejar bien la libertad que ahora tienen, y los únicos medios realmente válidos de que disponemos son la educación a la oración,a la meditación de la Palabra de Dios y la frecuencia de los sacramentos.