ESFS095

III semana de Tiempo Ordinario – Domingo

Para vivir como peregrinos y extranjeros

Lo que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo. Mientras tanto, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; lo que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran nada; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo es pasajera. 1Co 7,29-31

Nos acercamos a estos versículos de la primera carta a los Corintios, pidiendo al Espíritu que nos ilumine sobre el sentido que hemos de dar  a estas palabras de Pablo. La exhortación a los que lloran…,a los que se alegran…, a los que compran, no requiere ninguna explicación especial, pero la frase «Lo que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo. Mientras tanto, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran» realmente tiene que ser profundizada por nosotros e iluminada por el Espíritu. La visión cristiana de la vida y del mundo se puede resumir en tres mandatos del Señor para el hombre: los dos primeros del libro del Génesis, el tercero de los Evangelios. El primero se refiere a la familia y a la relación entre los esposos: «Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer… Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense»(Gn 1,27-28). Es el mandato para el hombre y la mujer de formar una familia y de ser una cosa sola en espíritu y carne, y el fruto de esta unión será la procreación de los hijos. El segundo se refiere al mandato del trabajo humano, para obtener de todo lo que Dios creó el sustento necesario a la vida y al progreso : «El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara» (Gn 2.15). Como a causa del pecado, el hombre decayó de su estado original, el Señor puso en marcha su plan de Salvación y por medio de Su Hijo, Jesús de Nazaret, realizó una segunda creación, cuya ejecución en la historia ha sido confiada a la Iglesia. Partiendo de esta estrategia divina tuvo origen el tercer mandato: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación» (Mc 16,15). Reflexionando sobre cómo estos tres mandatos se están llevando a cabo en la historia, es evidente que no todos los cristianos, por razones objetivas o por un proyecto diferente del Señor, como lo es la llamada al sacerdocio, son destinados a formar una familia y a procrear hijos, pero todo el mundo está llamado a trabajar y a evangelizar. La mayoría de las personas, con todo, está llamada a vivir la realidad del matrimonio y de la procreación, ¿qué sentido tienen, entonces, los versículos de la carta de Pablo: «Lo que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo. Mientras tanto, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran»? A nosotros el significado de esta exhortación nos parece claro: significa que los cónyuges están llamados a realizar en la unión matrimonial su plan de vida, pero con el espíritu de  peregrinos y extranjeros, porque su verdadero hogar se encuentra en la eternidad. Nos parece, además, que los diversos mandatos de la vida tienen que vivirse de una manera integrada, porque somos al mismo tiempo hijos, cónyuges, ciudadanos del mundo,trabajadores y misioneros. Es necesario, entonces, obtener en la fe y en la oración, el Espíritu de Dios para ver claros, armonizar y sublimar los diferentes papeles que nos toca vivir. Y sobre todo estamos llamados a vivir en la alegría, porque todo este proyecto integral,aunque pasajero, es maravilloso.

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