ESFL339

XXXII semana del Tiempo Ordinario – Martes

Somos siervos inútiles

Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: «Ven pronto y siéntate a la mesa»? ¿No le dirá más bien: «Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después»? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: «Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber».Lc 17,7-10.

No es fácil, cuando hemos cumplido con nuestro deber, decir que somos siervos inútiles. ¿Es justo decirlo? ¿Cuál es, entonces, nuestro comportamiento espiritual para llegar a tal grado de humildad? Estas son las preguntas que nos pone el evangelio de hoy. Podemos decir que el camino de la humildad no se puede hacer con raciocinios humanos, que nos llevan siempre a ser orgullosos de nuestro trabajo que hemos hecho bien. Hay que entrar en la dimensión de la fe, teniendo en cuenta que somos “creaturas”, creadas por Dios para honrarlo y glorificarlo por lo que somos y por su Espíritu, que nos ha permitido de negociar bien nuestros talentos. Si el vaso es útil y bien hecho para un cierto uso, el mérito es del que lo hizo. Nosotros somos siervos inútiles porque nuestra utilidad, cuando trabajamos bien, es real, y no depende de nosotros sino de Dios que la ha programada y bendecida. Nosotros, al máximo, podemos tener el mérito de ser una Creta dócil para ser  modelados. La actitud de María, quien al anuncio del Ángel San Gabriel de ser la Madre del Hijo de Dios, responde: “Yo soy la sierva del Señor, que se haga como me has dicho”. (Lc. 1-38). Por lo que somos y por los talentos que hemos recibido y por lo que se nos pide que hagamos, nosotros podemos sólo decir: “¡Henos aquí!” y darle gracias a Dios que nos ha hecho participar en su proyector de salvación. Somos siervos inútiles, pero bendecidos por Dios para trabajar por su gloria.

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