ESFS055

XXVI semana del Tiempo Ordinario – Domingo

La grandeza del humildad 

Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el Señor». Flp 2,5-11

Este texto de la Carta a los Filipenses, más que meditarla, habría que saborearla lentamente como un vaso de buen vino. En él se ha encerrado el secreto de la verdadera leadership, que pasa a través de la completa renuncia a mandar autoritariamente para buscar la autoridad conferida por la condición de siervo, escogida por amor. Es la estrategia que Jesús nos ha enseñado para transformar todo contacto comunitario in un cuerpo místico, ya sea la Iglesia universal, la familia o la parroquia. Esta estrategia se resume en una sola palabra: humildad. La historia de la salvación exalta la humildad de Dios que, desde el jardín del Edén ha ido en busca del hombre, como el Buen Pastor de la parábola pronunciada por Jesús que va en busca de la oveja perdida. El punto decisivo de la humildad de Dios Padre fue el momento en el cual ha decidido d encarnare su divinidad en el Hijo, “haciéndose semejante a los hombres” en la persona de Jesús de Nazaret. El punto más alta de la humildad del Hijo es el que San Pablo ha descrito hoy. es el momento en que “se humilló haciéndose obediente hasta la muerte y a la muerte en la cruz”.

Ha habido algunos eventos en la vida de Jesús, en los que su divinidad se manifestó en modo visible: el esplendor deslumbrante de la transfiguración en el monte Tabor, la omnipotencia de los milagros, la sabiduría divina de las parábolas y del discurso en la montaña, la misericordia en el perdón de la adúltera. Sin embargo.los eventos en los que su divinidad ha resplandecido de una luz más intensa fue su humildad en la aceptación de la cruz y el triunfo de la resurrección:  “Por esto Dios lo exaltó y le dio el nombre que está sobe todos los nombres”. En la historia de la Iglesia sin embargo, la humildad de Dios resplandece en el servicio continuo y constante del Espíritu Santo, siempre dispuesto a iluminar, a aconsejar y a consolar. Los distintos momentos de la historia, en los que la humildad de Dios se ha manifestado, se reflejan también en rol de los padres de familia al interno de la familia: en la humildad de servicio, en la aceptación de las cruces cotidianas en la fidelidad a la educación y al consejo.

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