ESFL256

XX semana del Tiempo Ordinario – Sábado

Recuerdo di un político cristiano

Entonces Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: «Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean… les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludamos en las plazas y oírse llamar «mi maestro» por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar «maestro», porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos…. Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros,  Mt 23,1-11

El evangelio de hoy parece estar tomado del libro La Casta, publicado hace poco por los periodistas Stella y Rizzo, para denunciar la degradación del ambiente político italiano. Es una publicación que ha traído a la luz la corrupción, la ostentación, los privilegios y las maquinaciones de muchos de nuestros políticos, además del sistema electoral diabólicamente pensado para seguir la reelección de todos los miembros de la casta, a menos que ésta no decida que algunos de ellos, por motivo de su diversidad, no deba ya seguir en ella. Eso es lo que nos ha sucedido, cuando hemos tratado de entrar en la política para poner a su servicio público nuestras experiencias familiares y profesionales que habíamos madurado al pasar de los años. Hemos leído a distancia de los años los hechos y los modos que nos han impedido llevar a cabo. Debemos aceptar que el Señor nos ha protegido porque, estando a los hechos, hubiéramos tenido que pagar un precio mayor los contribuciones que hubiéramos podido pagar. Después de la guerra, cuando el ambiente político era más sano, hemos tenido buenos políticos cristianos como Alcide de Gasperi, que dio unas contribuciones a la reconstrucción moral de Italia. Recordamos alguno de estas contribuciones tomados de los escritos del Padre Cipriano Ricotti: Jorge La Pira, docente en la universidad de Florencia. La Pira era el menos político de todos, y por eso mismo ha sufrido más que los demás en el ambiente político italiano después de la guerra. “Tengo que declarar – escribía La Pira – que el convento dominicano de San Marcos es mi única demora terrena, y la celda número 6 es mi única celda terrena”. Un senador comunista escribió: “La Pira  se viste como un pobre, vive como los obreros, no conserva nada de su salario para sí mismo”. “Lo siento – decía La Pira a un hombre que le pedía ayuda –  ya no tengo nada. Me siento un hombre solitario, hecho para el estudio, por el recogimiento y la meditación”. E el padre Cipriano añadía: “y para la caridad”. Su iniciativa de su corazón era “pan para los pobres” de la abadía de San Prócolo, una obra asistencial para los más pobres después de la guerra. El día de su muerte, los canastos de pan fueron colocados alrededor de su ataúd. Los pobres rezaban y lloraban, pero los políticos no se encontraban. “El más grande de ustedes se han servidor de los demás”.

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