ESFL205

XIII semana del Tiempo Ordinario – Jueves

El Señor proveerá

Dios puso a prueba a Abraham: «¡Abraham!», le dijo. El respondió: «Aquí estoy». Entonces Dios le siguió diciendo: «Toma a tu hijo único…. Isaac…. y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré»…  Abraham… tomó consigo… su hijo Isaac, y después…. se dirigió hacia el lugar que Dios le había indicado. Al tercer día, alzando los ojos, divisó el lugar desde lejos, y dijo a sus servidores: «Quédense aquí …. yo y el muchacho seguimos adelante. Daremos culto a Dios…»…. Isaac rompió el silencio y dijo a su padre Abraham: «¡Padre!». El respondió: «Sí, hijo mío». «… ¿dónde está el cordero para el holocausto?».«Dios proveerá el cordero para el holocausto», respondió Abraham…. Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña. Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. Pero el Ángel del Señor lo llamó desde el cielo: «¡Abraham, Abraham!». «Aquí estoy», respondió él. Y el Ángel le dijo: «No pongas tu mano sobre el muchacho… Ahora sé que temes a Dio….».Al levantar la vista, Abraham vio un carnero…, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Abraham llamó a ese lugar: «El Señor proveerá»,  Gn 22,1-14

Quien responde “¡Aquí estoy!” al proyecto de Dios, Dios lo pone a prueba, como a Abraham. Cuando el Señor lo había llamado, le había dicho: «Deja tu tierra, tu parentela y la casa de tu padre, y va a una tierra que Yo te mostraré. Haré de ti una grande nación y te bendeciré» (Gn 12,1-2). Abraham confió en el Señor y se puso en marcha junto con Sara y sus ovejas. Sara, siendo ya anciana, no podía tener hijos, y Abraham se había lamentado con el Señor: “Yo me voy sin hijos” (Gn 15,2). Y el Señor le había dicho: “Mira al cielo y cuenta las estrellas… Así será tu descendencia” (Gn 15,5). Después de algunos años, Sara dio a luz su hijo Isaac. Desde aquel momento la promesa de Dios a Abraham había tomado el rostro de Isaac. Cuando el Señor bendice a un hombre, puede suceder que la fe en él se trasforme en un apego a los dones recibidos. Así están las cosas cuando el Señor prueba a Abraham y le dice: «Toma a tu hijo único y ofrécelo como holocausto». Al principio él permanece incrédulo, le parece imposible que el Señor quiera recoger de nuevo a su hijos que le había dado, pero después, como nos narra la lectura de hoy, lo que le pide el Señor produce frutos y reencuentra la fe que siempre había tenido. Finalmente, cuando Abraham alza la mano para sacrificar a Isaac, Dios lo detiene y en lugar de Isaac, es inmolado un cabrillo. Y las Escrituras añaden: “En el monte aparece el Señor”.

Esta frase ha permanecido a través de los siglos como símbolo de la fe más ciega. También en nuestros días es fácil apegarse excesivamente a los dones recibidos olvidándose de Dios. Entonces, Él para nuestro bien, pone las cosas en su lugar, como sucede en el texto de hoy. A mí me ha sucedido cuando entré en la política para poner en práctica los frutos y talentos recibidos. En cierto momento el Señor permitió que las cosas se enredaran in tal modo que fui obligado a retirarme. El Señor nos colma de sus dones, pero sólo para su proyecto.

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