ESFL200

XII semana del Tiempo Ordinario – Sábado

La fidelidad del Señor  

El Señor se apareció a Abraham junto al encinar de Mamré  …. a la hora de más calor. Alzando los ojos, divisó a tres hombres  …. Apenas los vio, corrió a su encuentro ….diciendo: «Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases de largo delante de tu servidor. Yo haré que les traigan un poco de agua. Lávense los pies y descansen a la sombra del árbol. Mientras tanto, iré a buscar un trozo de pan, para que ustedes reparen sus fuerzas antes de seguir adelante ….. Abraham fue rápidamente a la carpa donde estaba Sara y le dijo: «¡Pronto! Toma tres medidas de la mejor harina, amásalas y prepara unas tortas». Después fue corriendo hasta el corral ….Mientras comían, él se quedó de pie al lado de ellos, debajo del árbol….. Entonces uno de ellos le dijo: «Volveré a verte sin falta en el año entrante, y para ese entonces Sara habrá tenido un hijo». Mientras tanto, Sara  …. Por eso, ella rió en su interior, pensando: «Con lo vieja que soy, ¿volveré a experimentar el placer? Además, ¡mi marido es tan viejo!». Pero el Señor dijo a Abraham: ….¿Acaso hay algo imposible para el Señor? Gn 18,1-14

Los grandes personajes de la historia de la salvación representan un modelo por sus virtudes: Abrám lo es por la fe. Él es el hombre de la promesa de Dios: «Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré» (Gn 12,1-2)

Más tarde, después de que Abrám había llegado al país de Canaán, el Señor se le apareció de nuevo y le dijo: «Yo daré esta tierra a tu descendencia» (Gn 12,7). Sobre esta promesa Abrám ha caminado por años en el silencio de Dios, pero cuando ya era anciano también él tuvo una pequeña falta de fe:«Señor, respondió Abrám, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos?». Entonces el Señor le dirigió esta palabra: «… tu heredero será alguien que nacerá de ti.. Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas. Así será tu descendencia» (Gn 15,1-5). A este punto Abrám y su esposa Sara tuvieron otra falta de fe: en lugar de confiar ciegamente en la promesa de Dios, decidieron actuar en propio. Ya que Sara era anciana, Abrám, con su consentimiento, se unió a su esclava Agar y nació Ismael el cual, digámoslo de paso, es el hijo de la promesa para los musulmanes. Le pasó a Abrám y les pasa a todos bajar en la fe y tomar iniciativas presurosas, pero Dios sigue igualmente quedándose fiel a su promesa. Aún más, en nuestra vida interviene a menudo después de haber llevado al hombre a perder casi la fe en la espera, a fin de que aparezca claro que él es fiel porque es Dios, y no por la fe del hombre.

Después de todos estos acontencimientos, que el libro del Génseis narra en la lectura de hoy, “el Señor se apareció a Abraham junto al encinar de Mamré”, con dos ángeles bajo la aparencia de viajeros. Abrám, quien era una persona hospitalaria y generosa, lo recibió con gran honor y el Señor, después de haber comido, le renovó la promesa del hijo, pero a Sara, que ya era anciana y había superado el periodo de fertilidad, se le escapó una risa de incredulidad. Entonces, Abrám oyó al Señor decirle: «¿Acaso hay algo imposible para el Señor?La misma pregunta hoy el Señor la dirige a nosotros. Danos, Señor, la fe de Abrám, aunque imperfecta.

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