ESFL191

XI semana del Tiempo Ordinario – Jueves

La envidia, signo de inmadurez 

¡Ojalá quisieran tolerar un poco de locura de mi parte! De hecho, ya me toleran. Yo estoy celoso de ustedes con el celo de Dios, porque los he unido al único Esposo, Cristo, para presentarlos a él como una virgen pura. Pero temo que, así como la serpiente, con su astucia, sedujo a Eva, también ustedes se dejen corromper interiormente, apartándose de la sinceridad debida a Cristo. Si alguien viniera a predicarles otro Jesucristo, diferente del que nosotros hemos predicado, o si recibieran un Espíritu distinto del que han recibido, u otro  Evangelio diverso del que han aceptado, ¡ciertamente lo tolerarían! Yo pienso, sin embargo, que no soy inferior a esos que se consideran «apóstoles por excelencia». Porque, aunque no soy más que un profano en cuanto a la elocuencia, no lo soy en cuanto al conocimiento; y esto lo he demostrado en todo y delante de todos. 2Co 11,1-6

En la segunda carta a los Corintios, Pablo, después de haber hablado de la grandeza del ministerio apostólico y de haberles recomendado una colecta de dinero para los cristianos de Jerusalén, pasa a un regaño para aquellos que se contraponen con sus doctrinas a su misión. Pablo muestra envidia de los hermanos de la comunidad de Corintio fundada por él como esposa de Cristo, pero que ahora corre el riesgo de ser seducida al mal, como Eva fue seducida por la serpiente. Se hablaba, verdaderamente, de aquel ambiente de los pseudo-apóstoles que, para engañar a los cristianos, se atenían a personas celosas, virtuosas e intransigentes. Como en el Antiguo Testamento Dios es celoso de Israel, así Jesús lo es de la Iglesia y Pablo de la comunidad de Corinto. ¿La envidia es tal vez un sentimiento aceptable al interno de una comunidad cristiana?”  

Es claro que se trata de una envidia santa, que viene del amor. La envidia en sí misma no es un buen sentimiento, pero, a menos que no se trate de una patología de la psiqué, cuando se manifiesta en relación con el amor, por ejemplo entre el esposo y la esposa, se insinúan algunos disturbios. El motivo más frecuente es la tendencia a la infidelidad, pero puede nacer de la poca estima e confronto con los demás o por la baja auto-estima. La envidia de San Pablo, de la que se habla en la lectura de hoy, proviene del hecho que él considera la comunidad de Corinto todavía jóven e inexperta para resistir a la tentación diabólica de los pseudo-apóstoles que la disturban. La envidia, cuando se manifiesta, denota siempre la presencia de una relación inmadura, ya sea que se trate de una comunidad o de una pareja de esposos.

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