IV Semana de Pascua – Domingo
El Señor nos lleva a fuera
«Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir. Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz». Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir. Entonces Jesús prosiguió: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia. Jn 10,1-10
El buen pastor de esta página del evangelio, que llama a sus ovejas una por una y las lleva caminando Él en frente de ellas, nos recuerda aquel texto del Génesis en el que el Señor lleva a Abraham afuera de la tienda. Abraham le dice: Señor Dios, … yo me voy a morir sin hijos”. Y el Señor le respondió: “Éste no va a ser tu heredero, sino uno nacido de ti será tu heredero”. Luego lo llevó afuera y le dijo: “Mira al cielo y cuneta las estrellas si puedes”, y añadió: “Así será tu descendencia” (Gen. 15,2-5). En este texto de las Escrituras, que tiene el poder de hacernos respirar en los espacios infinitos de Dios, Abraham no solo fue llevado fuera de la tienda en que dormía, sino también fuera de su propios límites, de sus pensamientos, de sus tristezas, de una vida con poco sentido, de todo aquello qhe un hombre puede creer y esperar, y es proyectado hacia una vida y una esperanza cósmica: “Mira el cielo y cuenta las estrellas” (gen 15,5). Es lo mismo que Jesús le dice a Pedro: “Lleva la barca y echa al mar las redes” cuando había pasado toda la noche sin pescar nada. Luego sucede la pesca milagrosa. En el texto de hoy el Señor lleva fuera sus ovejas. Las lleva fuera de recinto y las conduce por espacios sin límites, fuera de a banalidad de una vida habitual, sin sueños y sin esperanzas y las conduce a espacios infinitos, caminan delante de ellas. También nosotros tenemos nuestros sueños, nuestras esperanzas, nuestros proyectos que el Señor. Entonces oremos para que el Señor nos lleve fuera de nuestros límites y nos hagan vivir en plenitud, en la esperanza y en la alegría.