6 de enero – Epifanía del Señor
Epifanía del señor
… unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo». ….«En Belén de Judea, –le respondieron–, porque así está escrito por el Profeta: ….Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.Mt 2,1-12
“Epifanía” es una palabra griega que significa manifestación, revelación. En efecto, esta fiesta celebra la más grande revelación, después de aquella de Jesús el Hijo de Dios y Salvador del mundo. Eso es también para todos nosotros. Se dejó contemplar por los pobres pastores que fueron a la gruta de Belén, y quiso ser adorado por ricos y sabios como los Magos; se manifestó a los hebreos que lo habían esperado desde la llamada de Abraham, y de los paganos que no habían tenido ninguna noticia de Él; y comenzará a manifestarse como Dios a los esclavos y a los patrones, a los blancos y los negros. Aunque esta gran verdad haya sido misteriosamente revelada por aquella estrella que guió a los Reyes Magos hasta la choza de Belén, al inicio de la iglesia, el Espíritu Santo la manifestó a Pedro, Pablo y a los otros apóstoles. Cristo Jesús es Dios de los hebreos, árabes, indios, chinos y de las tribus africanas, aunque la mayor parte de ellos aún no lo sabe ni lo cree: ¡Pero la iglesia ha sido instituida propiamente para anunciar por doquier esta asombrosa verdad! Los encuentros ecuménicos son una excelente oportunidad para proclamar el evangelio a otras religiones; no basta la búsqueda de las verdades comunes como la base para entenderse, como si se buscara una super-religión aceptable para todos, como algunos han tratado de hacer. La única cosa que debemos tener clara y que los hebreos, los Árabes, indios y chinos, deben proclamar es “la buena noticia” de que Jesucristo murió y resucitó también para ellos, como lo hizo Pablo en el Areópago de Atenas. No importa que lo hayan creído sólo unos pocos, mejor pocos convencidos que muchos dudosos. Si los Magos, cuando llegaron a Belén, hubíesen encontrado a los pastores, habrían salido de la gruta alabando Dios con ellos, porque cuando se encuentra al Señor no tiene sentido la proveniencia, el presente o el pasado: somos hermanos en Cristo y esto nos basta. Es significativo el hecho, de que para llegar a Belén, los Magos hayan recibido informaciones necesarias en Jerusalén. No importa si aquellos que los han informado, en Belén – no hayan sido creyentes. Ser informados no quiere decir creer, pero las informaciones se daban en Jerusalén. Desde entonces, la nueva Jerusalén es la iglesia, que custodia las noticias necesarias para llegar a Jesucristo, porque El vive allí.