ESFS007

1 de enero – María, Madre de Dios

La fiesta de la Santísima Virgen María

Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de que decían los pastores.Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido. Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se el puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Angel antes de su concepción.Lc 2,16-21


Hoy la Iglesia celebra la Solemnidad de  María Santísima  Madre de  Dios.  Los pastores, advertidos  por los ángeles,  llegan a la choza de  Belén y encuentran  a  María, José y al niño, que  yace  en el pesebre. Es una escena maravillosa: Dios  nace  en la  paz de un establo, entre  el estupor  de los pastores, lejos del ajetreo y el bullicio  del  hotel,  lleno de personas que vienen de todas  partes  con motivo del  censo promulgado  por César Augusto. Si  también  nosotros, en estos días,  hemos logrado  aislarnos  un poco de la  confusión de la ciudad  y hemos encontrado el tiempo venir a contemplar el nacimiento, colocado en corredor y, a menudo sacudido  por terremotos provocados  por los nietos más  pequeños;  hemos gustado  un poco  de  aquella paz  y hemos entrado en el misterio de la Navidad. A mí me  ha  sucedido.  Aquellos personajes  de yeso,  en el silencio de la oración,  se han  animado  y me han trasportado  en el clima de  Navidad,  como en el Evangelio de hoy y al lado de los  a los pastores. Ha sido  una inmersión, no un camino.  Ahora que la fiesta ha terminado  y se reanuda la vida de cada día, ruego al Señor que nos haga vivir, en los próximos días, la alegría festiva de los pastores que regresan a sus rebaños, alabando a Dios, y alternando con aquella más  tranquila y más profunda  de  María, quien  conservaba todas “estas cosas y las meditaba en su corazón”. Son  dos  actitudes que  se alimentan mutuamente:  la alegría infantil de los pastores durará  en el  tiempo, si será  alimentada  por aquella  más consciente de María, la cual, en los treinta años de la  vida oculta en Nazaret, quizás ¡cuántas  veces habrá vuelto a pensar  en la choza de Belén,  para reencontrar el espíritu de  aquella noche,  el encanto gozoso  de aquella maternidad!  Hoy se celebra  la fiesta de esta Mujer hebrea  que, después del “Sí” de  la Anunciación, ha trascurrido  una vida en la  normalidad  y en  el silencio, y que pero siempre estuvo presente en los momentos de la fe en Caná, cuando Jesús ha iniciado  la  vida pública,  bajo la cruz y en el cenáculo,  el día del  Pentecostés.  Desde hace  dos mil años,  hasta nuestros días,  María Santísima ha  siempre participado  activamente en la historia de la Iglesia, apareciéndose  en países diversos, para iluminarnos, para exhortarnos y para hacernos reemprender el camino todas las veces  que nos volvemos débiles o que hemos  perdido su camino. ¡Sea  bendita, hoy y siempre, la llena de gracia!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *