Santísima Trinidad
La misión del Espíritu Santo
Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: «Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes». Jn 16,12-15
En el texto de hoy Jesús está hablando a sus discípulos, tristes y apesadumbrados porque Él ha dicho a ellos que deberá dejarlos: “Les conviene que Yo me vaya, porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito; pero si Yo me voy me no voy, no vendrá a ustedes el Paráclito, pero si me voy se lo Mandaré” (Jn 16,7). Ellos no comprenden quién es el Paráclito, palabra griega que significa Consolador – pero han entendido que Jesús se está yendo y que los dejará solos. Es el momento de la separación, que recuerda el corte del cordón del ombligo que une la madre al hijo: evento necesario para que el hijo comience a vivir su vida independiente y continúe a crecer. Sin embargo, como una madre no abandona al su hijo apenas nacido, sino que lo alimenta, y después le da un alimento más sólido para robustecerlo y hacerlo persona autónoma, así Jesús promete a sus discípulos al Espíritu Santo, el Consolador. Su partida es el evento decisivo para el nacimiento de la Iglesia y un signo de su amor para con sus discípulos, porque el Espíritu Santo, además de consolarlos, les transmitirá al mismo Espíritu que el Padre ha transmitido a Él. Será el momento de la completa madurez, como hombres y como discípulos, que los hará capaces de recibir la verdad que en ese momento rechazan: “Muchas cosa tendría que decirles, pero por el momento no son capaces de soportarlas”. “Cuando vendrá el Consolador – promete Jesús a sus discípulos- Él los guiará a toda la verdad”. Esta expresión “toda la verdad” significa que los discípulos serán iluminados sobre los misterios que se refieren a Dios, la misión de Jesús en la tierra, las verdades del evangelio y las del destino del hombre, el misterio de la creación del hombre, el misterio de la creación del mundo, el plan de la Salvación universal, y la realidad del Reino de los cielos. Es una verdad completa y global que, en el estado en que se encontraban los discípulos al tiempo de la las comunicaciones de Jesús en el texto de hoy, no están en grado de comprenderlas y mucho menos de poderlas soportar. Sobre todo no son capaces de comprender el significado de la humillación de Cristo durante a pasión y su muerte en la cruz, ya casi inminente. Y tanto menos de comprender que también ellos continuarán la Misión del Maestro y vivirán la experiencia de la cruz.
Este pasaje del evangelio en su dulzura, transmite el sentir de muchos padres de familia que, con el pasar de los años y la madurez de la experiencia, ven los hijos equivocarse, pero no pueden hacer mucho por ayudarlos. Pueden sólo orar al Señor para que los haga crecer y les mande el Espíritu Santo a iluminar sus mentes y hacerles comprender el sentido de la vida.