III Semana de Cuaresma – Miércoles.
La ley y la libertad
No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos. Mt 5,17-19
Hoy el Señor anuncia que no ha venido a abolir la Ley o los Profetas, sino a darles cumplimiento. ¿Qué cosa ha traído Jesús al mundo o a la historia paraqué la Ley y los Profetas se cumplieran? La respuesta es: ¡la libertad! La Ley a la que se refiere Jesús no es solamente la judaica, sino sobre todo la Ley de Dios. Cuando los hombres hablan de libertad entienden la capacidad de realizar sus propios proyectos sin límites ni manipulaciones. Para el Señor, sin embargo, el hombre es libre cuando es capaz de realizar el proyecto de Dios sobre él mismo. En los principios de los tiempos era así. Después del pecado que entro en el mundo, la libertad de cumplir voluntariamente la voluntad de Dios se había perdido, y el hombre se había hecho esclavo del pecado. Es claro que también hoy el hombre puede ser esclavo del pecado, pero solamente si él lo quiere. , porque Jesucristo nos ha librado de esa esclavitud, sin quitarnos la libertad originaria de realizar nuestro proyecto de vida. La manera que Dios ha escogido para librarnos fue la de enviar a su Hijo, Jesús de Nazaret, verdadero hombre y verdadero Dios, para que viviera entre nosotros como persona siguiendo siempre la voluntad de su Padre: en los pensamientos, sentimientos, palabras y acciones. El acto supremo de su libertad fue la obediencia, aceptando de morir en la cruz para devolver al hombre originaria. En aqueol momento la cadena que tenía en prisión al hombre se rompió, liberando Jesús mismo del pecado y de la muerte a todos aquellos que lo reconocen como al Hijo de Dios y Salvador. En este sentido Jesu8cristi ha dado cumplimiento a la “Ley y a los Profetas”; nos ha devuelto la libertad y con ella la gracia de cumplir la voluntad de Dios, si nosotros lo consideramos como Señor.