II semana de Tiempo Ordinario – Domingo
María, fuente de gozo e de entusiasmo
Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga». Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su o rigen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y les dijo: «Siempre se sirve primero el bu en vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento». Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. Jn 2,1-11
Son muchas las realidad importantes en la viuda de cada uno de nosotros, las que hemos soñado y que queremos vivir todos los días felizmente: como la profesión, por la que se ha uno preparado durante muchos años, o el matrimo9nio con la persona que hemos escogido. Al principio, generalmente, las situaciones corresponden a los deseos, pero después, con el pasar del tiempo, hay siempre algo que aruina la fiesta.
La pina del evangelio de hoy describe estepasaje: aparece algún problema que hace desaparecer la alegría y el entusiasmo por la situación qu estamos viviendo. Entonces la profesión se convierte en una fatigoza rutina y la familia una serie de deberes que hay que cumplir. Ya no existe el “el vino que alegra el corazón del hombre” (Sal 103,15). En la vida diaria pueden ser muy diferentes los problemas que hacen pesada la vida: de las cuentas que no salen , a los hijos que no estudian, al conyuge que no parece igual que en el pasado; pero para todo hay un remedio seguro: invocar la ayuda de María, quien como en la boda de Caná, todo ve.
Hace algún tiempo Don Patricio, durante un encuentro de oración realizado en Bérgamo, no hizo evangelio de hoyreflexionar sobre los ojos de la Virgen María y cómo en los iconos orientales, están muy grandes, grande cuanto el amor que siente por nosotros. Nada se le escapa a María, como a las demás madres no se les escapa lo que nos disturba a sus hijos y hace todo los posible por ayudarles. La vida de cada auténtico cristiano no puede ser vivida más que alegría, con la alegría de la fe, de la gratitud y de la alabvanza hacia el Señor. Hemos aprendido de la narración del evangelio de hoy a quien debemos dirigirnos, cuando las dificultades nos vuelve tristes: a María, la Madre de Dios que es también nuestra Madre quien, con sus amor infinito, nos obtiene no sólo los necesario, sino también lo que nos alegra el corazón.