30 de noviembre – San Andrés Apóstol
Evangelizar es vivir
Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado…. Así lo afirma la Escritura: El que cree en él, no quedará confundido. Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan. Ya que todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica? ¿Y quiénes predicarán, si no se los envía? Como dice la Escritura: ¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias! Pero no todos aceptan la Buena Noticia…. La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo. Rm 10,9-17.
Los seres vivientes, plantas y animales, engendran otros seres vivientes; la fuente hace que el agua que le llega se derrame; los cuerpos trasmiten el calor recibido; el universo es un magnífico equilibrio dinámico de los astros que se mantienen en modo ordenado los unos con los otros; y los hombres aman porque son amados por Dios y por otros hombres. Hay en la creación un principio fundamental: no se puede como propio, lo que se ha recibido de otros. Este dinamismo natural vale más en la fe: «El que cree en él, no quedará confundido. Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan. Ya que todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica? ¿Y quiénes predicarán, si no se los envía? Como dice la Escritura: ¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias! Pero no todos aceptan la Buena Noticia…. La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo». Como los seres vivientes no pueden dejar de trasmitir la vida y la fuente no puede dejar correr el agua que le llega, así es imposible recibir el don de la fe y tenerlo sólo para nosotros sin trasmitirlo. El testimonio cristiano del evangelio, antes de ser un mandato, es un deber, es una necesidad irrefrenable que viene de adentro y se junta con la necesidad y derecho de todos: “judíos y no judíos” que tienen de conocer a Jesucristo, de llegar a la fe, recibir la vida de Dios. Todos tenemos necesidad de ser salvados. Evangelizar quiere decir recibir y trasmitir continuamente al Espíritu Santo y el mensaje del evangelio, como la fuente que recibe el agua y la trasmite. Si no fuera así, desaparecería la vida en el mundo, la fe, el amor y la de compartir lo que uno es, de otra manera las fuentes se convertirían en pantanos malolientes. Anunciar el evangelio quiere decir vivir y trasmitir la vida: una Iglesia que no evangeliza, no es una Iglesia y un cristiano que no da testimonio del Evangelio es un cristiano tristemente en pensión.