ESFL229

XVII semana del Tiempo Ordinario – Lunes

El crescimiento espiritual

También les propuso otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas». Después les dijo esta otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa». Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: «Hablaré en parábolas anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo». Mt 13,31-35

Hoy Jesús explica el reino de los cielos a través de dos parábolas: la del grano de mostaza, que una vez crecido se convierte en un  árbol tan grande que es capaz de albergar bajo su sombra a los pájaros, y la de la levadura que hace fermentar la masa y la hace más ligera toda la masa. Las dos imágenes se completan la una con la otra: la primera nos ilumina sobre el fin del crecimiento humano y cristiano de quien ha encontrado al Señor, la segunda sobe el modo pueden crecer. La parábola del grano de mostaza, de hecho, que debmos crecer como un árbol para recibir y ofrecer refugio en las dificultades de la vida a los pequeños y a los pobres. La de la levadura indica cómo podemos crecer para ser un grande árbol: no es posible crecer primero solos para hacer sombra. Algunos de nosotros recuerda las manos que empastaban el harina, de manera que la maza absuerba la levadura, la cual una vez crecido pueda fermentar toda. Se empasta con movimientos lentos y repetidos, y así adquiere ligereza, que antes no tenía. Es la imagen de la ligereza del espíritu y va acompañada por obras de caridad y nos recuerda. Los movimientos lentos y repetidos son imágenes de la dedicación al prójimo y van acompañados por comportamientos críticos, y acusadores que no tienen nada qué ver  con la caridad evangélica y que nos recuerda la levadura de los fariseos. Decía Don Primeo Mazzolari: “Nosotros nos empeñamos y no los demás, ni los que está  en lo alto ni los qué… nos empeñamos sin que los demás se empeñen. Nos empeñamos sin pretenden que los demás se empeñen, sin juzgar a los que no se empeñan, sin condenar a los que no se empeñan, sin preguntarnos por qué no se empeñan. El mundo se renueva otra vez haciéndose nueva creatura”. Pidamos al Señor que renueve nuestra maza y que nos convierta en comida para los demás, pero con ligereza, semejante al pan apenas sacadas del horno

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