ESFS103

XI semana del Tiempo Ordinario – Domingo

El Reino crece en silencio en la historia  

Y decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo…. Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra». Mc 4,26-32

“Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece”, dice el famoso aforismo del antiguo filósofo chino Lao Tse. Cada día, abriendo el periódico o encendiendo la televisión, vemos una larga lista de árboles que caen, porque los medios de comunicación nos dan sólo malas noticias. Viene entonces espontáneo el preguntarse  ¿por qué el mundo aún no se ha terminado y los sistemas económicos no se declararon todavía todos en quiebra?. El hecho es que, a pesar de la caída diaria de los árboles, el bosque sigue creciendo. El bosque es el reino de Dios:es el bien que, aún sufriendo derrotas, siempre prevalece sobre el mal. Hoy nos encontramos en nuestra lectura con dos parábolas que nos hablan de la semilla: la primera nos invita a confiar, porque la buena semilla  crece siempre en silencio bajo tierra; la segunda anuncia que está destinada a convertirse en “la planta más grande de todas las otras plantas del jardín y que tendrá ramas tan grandes que las aves del cielo podrán anidar bajo su sombra. “ Cuando Marcos escribió estas parábolas, Jesús había  ya muerto en la cruz, había estado bajo tierra por tres días, había resucitado, el Espíritu Santo había descendido sobre los discípulos en Pentecostés y había nacido la Iglesia: por este motivo el evangelista ya ve el Reino de Dios extendido en el futuro hasta abrazar a todos los pueblos. Él ve crecer el Reino en la misma forma como había iniciado con Jesús y que las palabras del Evangelio nos describen. Crece en las pruebas, en las persecuciones, escondido, en el silencio, en la paciencia y en la humildad. Es el estilo de Dios. Es cierto que también en los grandes bosques del Reino de los cielos hay árboles que caen, pero los que crecen se vuelven tan grandes que las aves del cielo pueden anidar bajo su sombra.

Un día, durante la oración de la mañana, el Señor nos dijo cuáles eran estas aves que buscan protección en las ramas de los árboles grandes: son los pequeños, los pobres, los necesitados, los que para caminar tienen necesidad de apoyarse a alguien. Son las personas solas, los que han perdido la esperanza y que están buscando la verdad. Todos estos pequeños, en el gran bosque del Reino, pueden siempre encontrar un árbol bien crecido y robusto bajo el cual cobijarse, para poder así cantar sus alabanzas al Señor. Y es como si cantaran los árboles.

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