25 de diciembre – Natividad del Señor
Navidad entre las personas sin hogar
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por edio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: «Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo». De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre. Jn 1,1-18
Jesús nació en Belén en un establo entre los pobres, el que pertenecía a la buena familia de un artesano. Y Dios que ha querido así, y para que esto aconteciera, ha silenciosamente, sugerido al Emperador Augusto proclamar el primer censo de la historia. Se pusieron en marcha todos los ciudadanos del Imperio Romano para ir a registrarse en el lugar de origen. Incluso María y José, que vivía en Nazaret de Galilea, tuvieron que ir a Judea, donde tenía origen la familia de José, que era descendiente de David. En aquel movimiento de personas, los hoteleros han preferido dar hospitalidad a las personas menos complicadas de una mujer que estaba para dar a luz, por lo que María y José no encontraron sitio en la posada y así Jesús nació entre los pobres. Eso es propio de Dios quien conduce los acontecimientos de la historia: ¡Los hombres son sólo instrumentos! Este hecho solo nos hace retener que inclusive la migración y la globalización de nuestro tiempo, con toda la red de culturas, religiones, razas y lenguas, que comportan, sean obra suya. Aun el hecho de que Jesús haya nacido entre los pobres, significa que Dios tiene una preferencia por ellos. Y los pastores son los primeros que corren al pesebre de Belén. En aquella época eran los más pobres y marginados de la Palestina. También nosotros en los años ochenta hemos tenido el privilegio de vivir, en cierto modo la Navidad en el papel de María, José y el Niño. Tenía que ser un pesebre en vivo, pero para nosotros era mucho más. El hermano Héctor había comenzado recientemente su misión de aventura para dar la atención y la dignidad a los niños. En Milán, nos pidió representar, la Sagrada Familia, junto con Juan Lucas, que había nacido hacía poco, en la Santa Misa de la Navidad entre los barbones. Aceptamos y fue una experiencia irrepetible. Nos encontramos para vivir la Navidad en el papel de María y José, que en aquel ambiente un poco oscuro, con las caritas de los niños que miraban estupefactos y que tenían que ser poco diversos de los pastores del pesebre. Fue una verdadera inmersión en el misterio de la Navidad.