ESFS044

XV semana del Tiempo Ordinario – Domingo

Crecer escuchando la Palabra 

Entonces él les habló…. : «El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra….pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta …. Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino. El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante:….El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto. Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno».  Mt 13,3-23

Éste es uno de los textos del evangelio que la Iglesia nos propone varias veces durante el mismo año litúrgico, porque contiene enseñanzas de las que tenemos especial necesidad. La parábola del sembrador, en la explicación que nos da el mismo Cristo, indica los lados más peligrosos en la escucha de la Palabra: la falta de comprensión, la inconstancia, las preocupaciones del mundo y el engaño de la riqueza. Debemos, pues, reflexionar sobre lo que es bueno y hace fructificar la Palabra recibida. Se necesita, ante todo, preparar la mente vaciándola de aquellos contenidos que ni impiden aceptarla. “Si un vaso está ya lleno de tierra, no podemos, no podemos poner el arroz” enseña un dicho indiano. Liberémonos, por tantos de nuestros pensamientos, a veces también legítimos, como los proyectos para el futuro y los empeños ligados a las cosas cotidianas: estos dejarían lugar solo a una escucha superficial, dándole efectos poco duraderos. Liberémonos también de nuestras actitudes que hoy los “mass media” los cuales nos proponen fuertemente dejar la Palabra de Dios y no la dejan germinar; volar de una realidad a otra, en busca de nuevas alegrías, que son efímeras. Es la inconstancia, que inicialmente aparece como justos deseos, pero que en los empeños serios, se convierten en infidelidad. Necesitamos aprender a ocuparnos, pero no a preocuparnos, de nuestra vida. Las relaciones sociales y profesionales, de hecho, sofoquen nuestra disponibilidad a recibir la Palabra. Haz, Señor, capaces de escuchar tu Palabra y de producir frutos buenos y abundantes. 

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