III Semana de Pascua – Domingo.
Los discípulos de Emaús
Dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús …. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojo lo reconocieran. El les dijo: «¿Qué comentaban por el camino?». Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!». «¿Qué cosa?», les preguntó. Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno …. y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel…. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro…. Pero a él no lo vieron». Jesús les dijo: «¡Hombres duros de entendimiento …. ¿No será necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?» Y comenzando por Moisés y continuando en todas las Escrituras lo que se refería a él….. Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba»….Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos explicaba las Escrituras?». …. y regresaron a Jerusalén. Lc 24,13-33
En la historia de estos dos discípulos que se aleja triste de Jerusalén ydespués se encuentran llenos de alegría, se esconde el sentido cristiano de la cinversión. No habiendo vivido en el Espíritu de Cristo resucitado los hechos pasados, ellos quieren deshacerse de su vida pasada y de olvidarse de todo, pero después que Jesús se les acerca y les explica los hehos, pasando por el simple conocimiento de los hechos y de la fe. También hoy es posible conocer las Sagradas Escrituras y la teología sin llegar a a fe. Martín Buber sintetiza esta situación con la frase: “El teólogo habla de Dios, el hombre de fe habla con Dios”. Los dos discípulos de hoy nos enseñan, de hecho, que podemos conversar, discutir y discutir de las cosas de Dios, sin comprenderles. No es suficiente estudiar y hablar del Señor para conocerlo, es necesario ponerse a la escucha. Por este motivo los dos discípulos sienten que su corazón se calienta cuando Jesús les explica las Escrituras. También, después de dos mil años, es Dios, por la persona del Espíritu Santo, quien nos permite comprender el sentido de las Escrituras. Si embargo, aunque se el corazón de los discípulos se calentara, el Señor es reconocido solo cuando “rompe el pan”: es el momento en que Él se da a conoce verdaderamente- Es la señal de Jesús que se entrega, es la señal de la Eucaristía, de la Providencia que no lleva y de la compartisión. Es la señal de la gracia divina y del sentido de la vida misma.