ESFL083

Octava de Pascua – Martes

Contemplación de la Resurrección

María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles … Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?». María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo». Jesús le dijo: «¡María!». Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir «¡Maestro!». Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre…..María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.Jn 20,11-18

Hoy en día, haciendo una pausa para reflexionar sobre este pasaje del evangelista Juan, nos impresiona el hecho de que María Magdalena haya podido ver y reconocer a Jesús sólo después de que se había dado la vuelta para mirar la tumba. «También nosotros – nos gritó un día desde el altar el padre Thomas Beck,  – mientras continuemos contemplar nuestras tumbas, nuestros errores, nuestros fracasos, nuestras enfermedades, nuestros problemas, no nos daremos cuenta de que el Señor ha resucitado, que está vivo y está junto a nosotros”. Es muy cierto! ¿Cuánto tiempo perdemos a contemplar nuestras tumbas sin poder mirar hacia arriba y ver, en la parte superior de ellos, nuestras resurrecciones!

Esta es la primera enseñanza maravillosa del evangelio de hoy, pero también hay una segunda enseñanza. ¿Por qué María Magdalena cuando mira hacia arriba, no reconoce de inmediato el Maestro? Al parecer, porque tenía el mismo aspecto que cuando caminaba por las calles de la Palestina. La resurrección no es lo que lo hace igual a lo que era antes, pero lo transforma convirtiéndolo como será en el tiempo que permanecerá físicamente en el mundo. Cualquier resurrección de la tumba no es un regreso atrás, sino ir adelante hacia una transformación, como la de San Pablo, de gloria en gloria, hasta la gloria final.

Volviendo sobre estos pensamientos sobre nuestra vida cotidiana, podemos obtener una gran lección: puede ser útil mirar, de vez en cuando, incluso a nuestras tumbas, para tener una visión realista de los asuntos humanos, pero nuestra vista debe ser dirigida más hacia arriba, en busca de los signos de la resurrección y de la presencia del Señor en nuestra vida.

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