Anunciación del Señor
La alianza de Dios con el hombre
En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios…a una virgen que estaba comprometida con ….José. El nombre de la virgen era María. El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo»…. ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Angel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin». María dijo al Angel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?». El Angel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y…. porque no hay nada imposible para Dios». María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho».Y el Angel se alejó. Lc 1,26-38
En el Antiguo Testamento se respira un continuo, incesante enamoramiento de Dios hacia su pueblo de Israel, el cual acepta todas las atenciones divinas que Dios le ofrece, pero se porta como una muchacha un poco sin experiencia. De vez en cuando se permite alguna salida fuera de lo común, pues sabe que Dios lo perdonará, porque es su enamorado. Por su parte, él se comporta como un novio paciente, seguro de sí mismo y del éxito de su enamoramiento. Esta relación de amor es recibido por el profeta Osea: “Te haré mi esposa para siempre, en la justicia y en el derecho, en el amor y en la benevolencia, te haré mi esposa en la fidelidad”. (Os 2, 21-22). Cuando los tiempos están maduros, esta profecía se realizó y Dios se ha casado con la humanidad, con la cual engendra a un Hijo, Jesucristo, quien toma la naturaleza humana de la madre y la divina del Padre. Es la definitiva alianza de Dios con la humanidad, para cuya concretización ha tenido necesidad del “SÍ” de María. El envío del Arcángel Gabriel no se limita a anunciar la venida transitoria del Espíritu Santo, una efusión momentánea limitada al nacimiento de Jesús que será el Salvador de la humanidad. El misterio de la Encarnación tiene una amplitud muy grande y su magnificencia se extiende a todos los siglos. María lo entendió muy bien, que en el “Magnificat” se desborda en la profecía: “De ahora en adelante todas las generaciones me llamarán beata” (Lc 1, 48). Ella se da cuenta de que el plan de salvación divina y la historia del mundo se realizarán en su persona. Y todo esto fue posible gracias a su “SI”. ¡Por eso María es por donde pasan las gracias! Dios no puede negarle nada, porque se enamoró de ella y le está agradecido.