ESFS014

IV Semana de Cuaresma – Domingo

La luz de la fe

Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. ….  [Jesús]   escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, diciéndole: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé» ….  El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. ….Ellos le dijeron: «¿Cómo se te han abierto los ojos?». El respondió: «Ese hombre que se llama Jesús  …. Entonces dijeron nuevamente al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?». El hombre respondió: «Es un profeta». ….  y le dijeron: «Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». «Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo». …. Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada».….  Y lo echaron.  Jesús ….  al encontrarlo, le preguntó: «¿Crees en el Hijo del hombre?». El respondió: «¿Quién es, Señor, para que crea en él?». Jesús le dijo: «Tú lo has visto: es el que te está hablando». Entonces él exclamó: «Creo, Señor», y se postró ante él. Después Jesús agregó: «He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven». Jn 9,1-39

En el prólogo de su evangelio, San Juan, hablando de Jesús, había dicho: “Vino en el mundo la luz verdadera, la que ilumina a todo hombre” (Jn. 1,9). Para tener conciencia, sin embargo, de aquella luz, se necesita poder ver. Hoy Jesús encuentra aquel ciego de nacimiento y lo cura, en los ojos y en el espíritu. En los ojos inmediatamente, en el espíritu después de que el ciego hizo un camino de conversión, el cual lo vemos evidenciado en las tres respuestas que el ciego da a los que lo interrogan sobre la persona que lo curó de la vista. A la primera pregunta él responde: “El hombre se llama Jesús”; a la segunda responde: “Es un profeta”, y a la tercera él declara: “¡Creo, Señor!”  Este fue el camino de los primeros discípulos y es el mismo que hoy se propone para la secuela de Jesús de Nazaret. A principios uno queda fascinado del “hombre”: después el hombre se convierte en “profeta”, y finalmente Él es reconocido como “Señor”, el Hijo de Dios, porque con Él la vida se convierte en un milagro. Es un camino maravilloso, pero es un privilegio para los que humildemente se ponen a la secuela de Jesús, en busca de la verdad y de respuestas: “Yo vine a este mundo, para que aquellos que no ven, vean, y los que ven, se hagan ciegos”. Jesús es la “luz verdadera”, como dice Juan en el prólogo, pero sólo para los que se dejan iluminar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *