XXX semana del Tiempo Ordinario – Jueves
Los dones de Dios son irrevocables
En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: «Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte». El les respondió: «Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el viene en nombre del Señor!». Lc 13,31-35
Herodes Antipas, gobernador de Galilea, que había hecho decapitar a Juan el Bautista, probablemente había hablado de querer matar a Jesús de Nazaret. Jesús, sin embargo, no lo teme, porque, considerándolo astuto como una zorra, piensa que lo habría juzgado impopular suprimiéndolo, ya que ya era muy conocido y seguido en Galilea. Son los días en que Jesús piensa ir a Jerusalén, con algunos de sus discípulos. De hecho “no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén”., ciudad a la que se refieren la profecía del texto de hoy: “Jerusalén, Jerusalén, ¡cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollito”! He aquí que la casa de ustedes está abandonada!” Después la profecía tien una conclusión positiva y evoca el día en que el pueblo hebreo se convertirá y dirá: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” Pensando en esta profecía San Pablo escribe: “La obstinación de una parte de Israel está en acto hasta hayan entrado todas las gentes. Entonces todo Israel será salvado” (Rm 11,25-26). Para Jesús igualmente que para Pablo está claro que la nueva inserción de Israel en la historia de la salvación forma parte del plan de Dios, pero esto, dice el apóstol, sucederá hasta que todos los paganos se conviertan. Así la Iglesia, nacida de la costilla de Israel como Eva de Adán, está destinada a ser vehículo de conversión del pueblo hebreo. ¡Ese evento fue anunciado en la conclusión del texto de hoy. La razón de la inserción del pueblo hebreo en la historia de la salvación según San Pablo, refleja el hecho que “los dones y la llamada de Dios son irrevocables” (Rom. 11,29). Esto es consolador para todos los que fueron llamados a la fe: podrán abandonar el camino o perderse, pero al final regresarán al Señor, porque también la fe, como don de Dios es irrevocable.