ESFL217

XV semana del Tiempo Ordinario – Martes

Nuestro regreso al paganismo

Entonces Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido. «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza. Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Porque si los milagros realizados en ti se hubieran hecho en Sodoma, esa ciudad aún existiría. Yo les aseguro que, en el día del Juicio, la tierra de Sodoma será tratada menos rigurosamente que tú».  Mt 11,20-24

Hoy, Jesús reclama a las ciudades de Corazín y de Betsaida porque a pesar de haber visto muchos milagros no estaban abiertas al mensaje el Evangelio. Se trata de una página en debería reflexionar nuestra sociedad quien por casi dos milenios, fue la cuna del cristianismo, registró un extraordinario florecimiento de santos, milagros y misioneros, y ahora parece infectada por un retorno al paganismo. ¿Quién podría haber previsto, hace sólo unas cuantas décadas, la permisividad de la sociedad actual en el ámbito de la moral? Se ven como muy naturales las relaciones sexuales antes del matrimonio, las familias de facto, las parejas homosexuales, la limitación de los nacimientos por cualquier medio, el divorcio, el aborto, y ahora hasta la eutanasia. Más aún, todo esto es presentado como progreso, como avance o conquista de la civilización. El proceso de secularización está en marcha, como lo demuestra la historia, y conduce al agnosticismo y el ateísmo y es considerado como un aspecto útil a la racionalidad. Estamos tácitamente convencidos de que Dios se revela al mundo a través de la historia y, por otra parte, se tiende a dar valor absoluto al sentir de las conciencias individuales. Pero las cosas no son así: es el Evangelio quien juzga los seres humanos y la historia, no al revés, y no las aprueba cuando van por mal camino. El evangelio no es para agradar a las gentes sino para sacudirlos de su falsa seguridad.

Cristo es el «signo de contradicción.… Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos» (Lc 2,34-35). No es el evangelio quien se debe ajustar a los hechos de la historia – aunque algunos hechos pueden ayudar a una mejor compresión – pero son los hechos quienes deben ser leídos y juzgados bajo ésta luz. Es cierto que de alguna manera nuestra sociedad ha mejorado profundamente en algunos aspectos: como sobre la conciencia de la dignidad y la solidaridad humana, la búsqueda de la justicia social y libertad, la condena de la guerra. Son valores del evangelio que han penetrado la vida, por lo que se han convertido en valores comunes, incluso entre los no-cristianos. Sin embargo, creemos que el texto bíblico de hoy debe leerse como un reproche a la permisividad de nuestra sociedad, que miles de años ha sido la cuna de los valores cristianos, y ahora los está perdiendo.

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