XIII semana del Tiempo Ordinario – Viernes
Himno a la convivialidad
Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: «¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?». Jesús, que había oído, respondió: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores». Mt 9,9-13
Las primeras líneas del Evangelio de hoy nos presentan la llamada de Mateo, apóstol y evangelista: son palabras breves, para una escena rápida, atravesada por la gracia de Dios como la luz de un relámpago. Inmediatamente comienza un himno a la convivialidad: a la alegría de compartir la mesa con el prójimo, con todos aquellos que llegan y que tienen le gusto de estar con nosotros. Casi siempre, sentarse a la mesa y comer juntos crea la condición ideal para conversar, para hacer caer las barreras y prejuicios para poderse habla con espontaneidad. Comiendo, de hecho, es como satisfacemos una necesidad natural, misma que nos asemeja también a los animales, y con mayor razón nos hace hermanos de nuestros semejantes. Así es como la propensión a juzgar, no siempre benignamente, cede el lugar al deseo de escuchar al otro, aceptándolo como es y alimentándose de benevolencia además que de la comida. Con el corazón abierto se hace uno capaz de reconocer los verdaderos tesoros de bondad y generosidad que muchas veces se esconden en los llamados “pecadores”, y discurriendo libremente, nos enriquecemos mutuamente, sin pensarlo si quiera y sin tener la intención de hacerlo. Este es el secreto de las casas acogedoras, donde quien llega es bien recibido e invitado a sentarse a la mesa, porque su presencia es considerada un don.