ESFL193

XI semana de  Tiempo Ordinario – Viernes

Una reflexión necesaria 

No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará iluminado. Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá! Mt 6,19-23

En el 2003 yo estaba en Nairobi, en Kenia. Como ya he tenido ocasión de decir, es la ciudad que mejor refleja la dramática situación actual de África. En Nairobi se encuentra un reducido número de gente muy rica, que vive en suntuosas mansiones rodeadas de muros altos y protegidas por jaurías de perros de las peores razas, para defenderse de la agresión de tantos pobres que no aceptan más su condición de pobreza y miseria. Yo mismo he sido atacado en la calle por un grupo de jóvenes que me arrancaron del cuello una pequeña cruz de oro que mi abuela Rita me había regalado antes de morir. En la primera parte del Evangelio el Señor nos invita a reflexionar sobre todo lo que poseemos, sugieriéndonos de invertirlo en modo inteligente. Dado que en la eternidad no hay casas de cambio, en las que podamos cambiar el dinero acumulado en la tierra, el Señor nos aconseja de comenzar a transferir al banco del cielo las riquezas que poseemos.

Mateo, en el capítulo 25 de su Evangelio, siendo él uno que, antes de convertirse, tenía una gran cantidad de riquezas, nos dice cómo hacerlo. En verdad, nos lo hace decir por boca del Señor mismo, hablando del juicio final: “Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis  de beber, estaba desnudo y me vestisteis “. “Pero, ¿cuándo Señor, hemos hecho esto? “, diremos. nosotros. “Cada vez que lo hicisteis con el más pequeño de mis hermanos, lo hicisteis conmigo” (Mt 25,35-40), responderá el Señor. Creo que sobre la radicalidad de esta propuesta haya poco que añadir y mucho que pensar. En la segunda parte de este pasaje bíblico, el Señor nos pide, por otro lado, de iluminar el interior de nuestros corazones, donde, en los rincones más ocultos,viven nuestros pensamientos, sentimientos, ambiciones, proyectos y sueños. En pocas palabras, Él nos pide, de sacar la esencia de nuestro ser y ponerla a la luz de la lámpara de nuestros ojos para ver si realmente están de acuerdo con la inversión propuesta por el banco del cielo de la que Él ya nos había hablado antes. Esta lámpara es nuestra fe que para dar luz, tiene necesidad de ser alimentada con el aceite de nuestra oración diaria.

Danos, Señor, el silencio y la libertad interior para poder reflexionar sobre la verdad del Evangelio de hoy.

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