Octava de Pascua – Miércoles
Jesús vive en la iglesia
Dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén.En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojo lo reconocieran. El les dijo: «¿Qué comentaban por el camino?». Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!». «¿Qué cosa?», les preguntó. Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno…. y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel…. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro …. Pero a él no lo vieron». Jesús les dijo: «¡Hombres duros de entendimiento….¿No será necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?» Y comenzando por Moisés y continuando en todas las Escrituras lo que se refería a él…. Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba»… Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». … y regresaron a Jerusalén.Lc 24,13-33
Hoy en este día, nos encontramos con estos dos discípulos de viaje hacia Emaús, que, sabiendo todo lo que había sucedido en Jerusalén de la muerte a la resurrección de Jesús, se van tristes, porque no entendían el significado de los acontecimientos. Por tal motivo, ¿Por qué motivo, después que Jesús les explica las Escrituras, regresan llenos de gozo a Jerusalén? ¿Porque también hoy en día hay personas que conocen las Escrituras, pero no la fe? ¿Qué pasó con estos dos discípulos que han pasado de un simple conocimiento de los hechos a la comprensión profunda de todo lo que había sucedido? Lo que pasa es que el mismo Jesús les explicó los hechos, y mientras les explicaba, les infundía la emoción de la fe. Las palabras, por sí solas no puede comunicar la fe necesaria para «sentir» con el corazón la verdad que contienen. Es la diferencia que pasa entre regalar un evangelio y anunciar el evangelio. Jesús, al final de su explicación y recorrido que juntos, aceptó la invitación para quedarse con ellos para «compartir el pan”, como los apóstoles en la Última Cena y en ese momento lo reconocieron. A la aceptación de su mensaje Evangélico debe seguir la explicación de la iglesia y a participación en la Eucaristía. Es imposible conocer al Señor y profundizar en las Escrituras, si no al interno de la iglesia. Aunque nuestra camino en esta la oración en familia no es un camino en el desierto, se inserta en el camino de la iglesia y sigue fielmente sus indicaciones.