Miércoles de Ceniza
Testimonio, no ostentación
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Mt 6, 2-6. 16-18
Hoy San Mateo nos exhorta a reflexionar sobre la diferencia entre el testimonio y la ostentación (hipocresía) de la fe. Si el evangelio debe ser testimoniado, si lo que oímos en el oído debemos gritarlo sobre los techos, y si la luz de Cristo no debe ser ofuscada o puesta bajo la cama, ¿porqué Jesús nos dice que las limosnas y la oración deben permanecer escondidas? El hecho es que la línea de separación entre el testimonio y la ostentación no pasa a través de quien anuncia el evangelio, sino a través de quienes escuchan el mensaje evangélico. El mensaje auténtico del evangelio genera aceptación en quien lo recibe y voluntad de persecución en quienes los rechazan; si es sólo ostentación es considerado oportunismo o deseo de hacerse publicidad, y no genera nada.
¿Por qué un solo acto es percibido en modo diferente por quien lo recibe? Creemos que la razón de este dilema se pueda resolver pasando por un “dicho” de la abuela Rita: “La publicidad la hace quien tiene necesidad de ella”. En esta afirmación que refleja todo el espíritu toscano de la abuela Rita, se ve clara la diferencia que existe entre testimonio y ostentación, y se llama “coherencia”. La limosna, la oración y el ayuno, en el evangelio de hoy, habla precisamente de esta coherencia de la vida vivida. Por lo que se refiere al estilo el testimonio es siempre discreto, mientras la ostentación es claramente jactanciosa, como Jesús hoy subraya con franqueza.