VI semana del Tiempo Ordinario – Domingo
Cristo ha resucitado: también nosostros resucitaremos
Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo algunos de ustedes afirman que los muertos no resucitan?Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados. En consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido para siempre. Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente para esta vida, seríamos los hombres más dignos de lástima. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. 1Co 15,12.16-20
Si abriéramos una encuesta entre los cristianos de hoy, puede ser que pocos afirmarían creer en la resurrrección de los cuerpos, mientras todos están convecidos de que existe la vida eterna. Quizá el motivo está en el hecho de que nadie, pensando en la vida beata de la comunión de los santos, sienta la necesidad de retornar un día al cuerpo, en el cual hemos vivido nuestras limitaciones, nuestras difíciles comprensiones e injusticias sociales. También en la iglesia de Corinto, además afectada por corrientes filosóficas adversas, se daba la misma situación.
En el pasaje de hoy, Pablo, después de haber preparado bien el terreno, en la primera parte de la carta, enfrenta este asunto, sosteniendo que, al final de los tiempos, nuestro cuerpo resucitará. Él afirma que la negación de la resurrección de los muertos, implica la negación de la misma resurrección de Cristo y, como consecuencia, el derrumbe de todo el cristianismo. Nuestra reflexión de hoy parte, al contrario, de la certeza de la resurrección de Cristo y de la realidad del cuerpo místico de la iglesia: si Cristo, siendo la cabeza, ha resucitado, también el resto del cuerpo al fin tendrá que resucitar, porque no es pensable que, después de haber sido amados como Él nos ha amado, al final se separe de nosotros con motivo de la muerte corporal.
Es esta la verdad teológica a la cual tiene que ser amarrada el ancra de nuestra fe. De lo contrario, san Pablo nos dice: “si Cristo no resucitó, nuestra predicación no tiene contenido, como tampoco la fe de ustedes” (1Co 15,14) y «si Cristo no resucitó, de nada les sirve su fe; ustedes siguen en sus pecados. Y para decirlo sin rodeos, los que se durmieron en Cristo están completamente perdidos” (1Cor 15,17-18). Estando así las cosas, será mejor creer en la resurrrección de los muertos, sin ponernos otras preguntas: nosostros resucitaremos porque Cristo Jesús ha resucitado, punto final. Cuándo y cómo esto acontecerá, lo vamos a ver al final de los tiempos. Con este acto de fe tenemos también un motivo más para creer en el fin del tiempo, en en cual estamos sumergidos, y en la parusía, la otra verdad que se tiene que aceptar sin demasiados razonamientos, sino simplemente porque Cristo la ha revelado.