IV semana del Tiempo Ordinario – Jueves
El anuncio en el camino
Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: «Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos». Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo. Mc 6,7-13
Hace algunos años estábamos meditando, en oración, el mandato de la evangelelización y nos preguntábamos: «¿Cómo hacemos para encontrar el tiempo y para ir a evangelizar? Tú conoces- le hemos dicho al Señor – nuestra responsabilidad de una familia numerosa y de nuestras profesiones empeñanitivas que no podemos desatender, porque para hacer crecer y educar a los hijos, el problema económico es considerable. Explícanos Tú, Señor, ¿ cómo podemos hacerle?» Puesta esta pregunta al Señor, abrimos la Biblia para alimentar con algún versículo del evangelio nuestra oración, y un hijo ha comenzado a leer la página de hoy. «He entendido – exclamó otro de nuestros hijos – el Señor nos ha repuesto: no debemos ir a ninguna parte, debemos solamente hablar de Él a lo largo del camino que estamos haciendo».
Han pasado años desde aquel día y el Señor sabe que lo hemos hecho «con ocasión o sin ella» (2Tm 4,2), en la familia, en el trabajo y en el tiempo libre, en Italia y en el extranjero. Debemos, sin emabargo, reconocer que el Señor ha mantenido su polabra; non han faltado nunca el trabajo y la ganancia, hemos siempre vivido en casas bellas, hemos transcurrido cada año las vacaciones, hemos siempre garantizado ropa nueva y el pan cotidiano, escuelas y universidades a todos los hijos. Pensamos honestamente de haber sido buenos obreros del evangelio, mas el Señor ha sido generoso con nosotros.
Y ahora que somos ancianos, podemos atestiguar que las promesas del evangelio son verdaderas, como es verdad que el sol sale todos los días. Y en el camino hemos orado por personas enfermas que han sanado; hemos visto trsucitar y vivir nuestra vida normal, personas muerta en el espíritu y devastadas por la lepra del pecado, que ha regresado a vivir serenamenteen gracia de Dios. Y por cuanto pueda parece increíble, hemos visto a los demonios huir de muchas situaciones; sabemos que todo esto que nos ha dado el Señor, no viene de nosotros, pero sí nos han servido a nosotros.
l’ha fatto il Signore, non certamente noi, però si è servito anche di noi.