07 de enero
El anuncio es: «¡Arrepiéntanse!»
Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea….camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones! … A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente. Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Lo seguían grandes multitudes que llegaban a Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Mt 4,12-17.23-25
El anuncio del evangelio viene transmitido en la historia como un testimonio que pasa de un atleta al otro, en una meta que se correrá hasta el fin de los tiempos. Juan fue arrestado y ha terminado su carrera. Jesús recoge su testimonio y empieza el suyo hasta el final en el calvario: después tocara a la Iglesia, la que iniciara su fracción con Pedro. Pablo y otros apóstoles, y también ellos terminarán con el martirio. Este mensaje, que desde hace dos mil años ha pasado de una persona a otra, hoy en día, está en manos de la Iglesia actual, de la cual también nosotros somos parte. Probablemente nuestra carrera no terminará con un arresto o martirio, como la de Juan el Bautista, pero si recorremos una buena fracción, correremos también nosotros el riesgo de la persecución, que podrá ser ocasión de ulteriores testimonios como fue para todos los que nos han precedido. El estadio en el que corremos nos lo dirá hoy Jesús, y la Galilea de las gentes, el lugar de nuestra vida cotidiana. Lo que deberemos anunciar no es una ley, como ocurrió entre los Judíos del Antiguo Testamento, o de las opiniones, como a menudo se entiende hoy, en este tiempo de realismo imperante, sino Jesucristo Hijo de Dios, muerto en el calvario y resucitado: Este es el anuncio que debemos llevar: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”. Esta cerca, porque el tiempo se ha hecho breve, y es urgente que los pueblos crean en el mensaje del evangelio y cambien de vida, porque cada hombre tiene el derecho a recorrer aquel camino de liberación que Jesús ha recorrido primero. El anuncio es: ¡Conviértanse!. La conversión lleva un nuevo sentido de justicia, una nueva libertad de las cosas de este mundo, la paz en los corazones de quienes han llegado a las fuentes de la vida, la abundancia, como fruto de la Providencia, y la verdad de quien ha comprendido el sentido último de los asuntos humanos y la historia, la «fidelidad» al Señor, el amor para la gente, sea quien sea y esté donde esté. Es otro modo de vivir.