5 de enero
Los primeros discípulos
Al día siguiente, Jesús …. Encontró a Felipe y le dijo: «Sígueme»…..Felipe encontró a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret». Natanael le preguntó: «¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?». «Ven y verás», le dijo Felipe. Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: «Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez». «¿De dónde me conoces?», le preguntó Natanael. Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera». Natanael le respondió: «Maestro, tú eres el hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús continuó: «Porque te dije: «Te vi debajo de la higuera», crees. Verás cosas más grandes todavía». Y agregó: «Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».Jn 1,43-51
Todos los profetas del Antiguo Testamento se habían referido a la Judea y el Mesías, conforme a las profecías, como al lugar en donde habría de nacer el Mesías, como dijo Jesús a la samaritana: “Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos” (Jn 4,22). Jesús de hecho había nacido en Belén, en Judea, aunque María y José le habían llevado a Nazaret, en Galilea, donde vivían. Natanael, que más tarde se convirtió en el apóstol Bartolomé, no conocía estos hechos y, por tanto, cuando Felipe le dice que había encontrado al Mesías,” Jesús, el hijo de José de Nazaret”, Bartolomé, que después tomará el nombre de Bartoleo, respondió tranquilamente diciendo lo que pensaba de Jesús. Y Jesús le dice: «Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez». Bartolomé y Felipe que eran muy sencillos y amigos entre sí, ¡quién sabe cómo se habrían sentido, al inicio, entre personas maliciosas como Judas y Mateo, o concretas como Tomas, o con aquel idealista de Simón, el Zelote, un revolucionario contra Roma! Del resto, incluso Simón Pedro, podemos imaginar que no habrán visto con buenos ojos a Mateo, que era un recaudador de impuestos en beneficio de los romanos. Y aún, Santiago y Juan, obligados a pagar impuestos sobre cada pez, que pescaban, no podían apreciar mucho la compañía de Mateo. Sin embargo, serán ciertamente estas personas, tan diversas y difícilmente amigos entre sí, que Jesús escogerá como apóstoles. Ellos, con la excepción de Judas, irán por el mundo a anunciar el evangelio y morirán como mártires. Si pensamos que, junto con Pablo y algunos otros pocos, fueron estos personajes quienes constituyeron la primera Iglesia, nos damos cuenta del poder transformador del Espíritu Santo. Así es también hoy en nuestros días.