III Semana de Adviento – Jueves
El estilo del apóstol
Cuando los enviados de Juan partieron, Jesús comenzó a hablar de él a la multitud, diciendo: «¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que llevan suntuosas vestiduras y viven en la opulencia, están en los palacios de los reyes. ¿Qué salieron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. El es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino. Les aseguro que no hay ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él….Lc 7,24-30
En el transcurso del año litúrgico hemos tenido ocasión de reflexionar sobre Juan el Bautista, descubriendo en él varios aspectos. En el evangelio de hoy Jesús habla de Juan definiéndolo, o subrayando que este aspecto de mensajero es más importante que el de profeta. Veamos ahora cuál es la sutil diferencia entre mensajero y profeta y preguntémonos si nosotros estamos llamados a imitar a Juan el Bautista en uno o el otro título. El profeta es aquél que habla en nombre de Dios porque por el fue enviado. Isaías, Ezequiel y Daniel son profetas: ellos prevén, recuerdan, anuncian y condenan el mal comportamiento de los Israelitas. El Arcángel San Gabriel es el mensajero directamente enviado por Dios para anunciarle a la Virgen María que ella había sido escogida por Dios para ser la madre del Mesías «Pero el Angel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús» (Lc 1,30-31). También el apóstol que es enviado por Dios a anunciar el Evangelio es un mensajero. Pedro les respondió: «Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo»(Hch 2,38). San Juan Bautista puede ser considerado como el último de los profetas y el primer mensajero de Jesús. Al principio del texto del evangelio de hoy, Jesús nos enseña cómo debe vivir el mensajero de Dios: No debe agitarse como una caña por el viento y debe vivir con sobriedad estando lejos de los excesos y de las malas costumbres de la sociedad. Creo que este debe ser nuestro papel y nuestro estilo de vida como cristianos.