XXXIV semana del Tiempo Ordinario – Viernes
Los últimos tiempos
Y Jesús les hizo esta comparación: «Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol. Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Lc 21,29-33
Este pasaje del Evangelio de Lucas tiene un estilo apocalíptico y nos habla de la segunda venida de Jesucristo pondrá orden en todas las cosas del mundo y se verán los signo extraordinarios que acompañarán el fin del mundo. Nosotros no sabemos cuándo sucederá esto y cuales serán esos signos, pero el Evangelio de hoy nos asegura que la humanidad se dará cuenta, del mismo modo que cuando la higuera produce sus retoños, decimos que el verano está cerca. La única certidumbre es que ese día llegará, porque lo ha dicho el Señor y eso basta para creerlo. Pero hay dos preguntas que nos podemos poner cuando se habla en las Escrituras de los tiempos apocalípticos. La primera es: “¿Por qué la salvación no es un evento que Dios realiza en nosotros, y con nosotros? Su estrategia es realizarla con nosotros. junto con la Iglesias, que Jesús ha instituido. El Emanuel, que significa “Dios con nsotros”, está con nosotros para realizar este proyecto. La humanidad, sin embargo, deberá hacer un camino largo de redención, como la marcha de Israel en el desierto, descrita en el Libro del Éxodo y que duró cuarenta años. Esta parece ser la estrategia de Dios.
La segunda pregunta es: «Cómo se realizarla salvación final y cuáles serán los eventos que la precederán?» Esto nadie lo sabe, pero pensamos que esta segunda creación, ya ahora en acto, se deberá cumplir con los mismo criterios que la primera, de la que se habla al principio del Génesis: como un acto, un pasaje del caos, que la humanidad ha creado, a un nuevo cosmos, un mundo ordenado donde todo estará en su lugar y tiene buen sentido. Leamos estos versículos de nuevo: “La tierra era informe y desierta y las tinieblas cubrían el abismo, pero todo era armonía, porque el Espíritu del Señor aleteaba sobre sus aguas. Hay muchísimas cosas que hay que poner en orden, pero el Espíritu de Dios aletea sobre el mundo y sobre la Iglesia. De esto estamos seguros.